Amalia Granata reveló el día que se reencontró con Robbie Williams

Desde que en junio de 2019 fue electa diputada provincial por Santa Fe, Amalia Granata dejó su lugar en los medios y se abocó de lleno a su tarea legislativa. La panelista, que por ese entonces formaba parte de Pamela a la tarde por América, se convirtió en una de las voces públicas más representativas contra el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo, que finalmente se sancionó a finales del año pasado.
La diputada visitó este viernes el piso de Los ángeles de la mañana (El Trece), el mismo día en el que celebra su cumpleaños número 40. En un recreo de su agenda política, Amalia repasó su carrera en los medios, con sus intervenciones más destacadas, alguna que otra pelea, y, como suele ocurrir, aquella noche con Robbie Williams que la lanzó a la fama y que cada tanto vuelve a estar en el candelero.
La ex Gran Hermano contó la cadena de casualidades que derivaron en su encuentro con el cantante británico en el lobby de un hotel. Había presenciado el show de Robbie en los estudios de VideoMatch y un asistente del programa de Marcelo Tinelli, conocido como El Bala, se ofreció a llevarla a Retiro para que se tome un ómnibus a su Rosario natal. De pasada, quedaba el hotel donde se hospedaba Robbie, de manera que hicieron una parada para que el asistente resuelva algunas cuestiones laborales.
Según su relato, la rosarina estaba con un look muy informal, más apropiado para un viaje en micro que para cautivar a una estrella internacional. “Yo caigo al hotel en jeans, zapatillas y una remerita blanca. En ese momento tenía 23 años, era flaquita, no necesitaba maquillaje, el pelo natural”, reconoció Amalia, que mientras esperaba al asistente fue sorprendida por el intérprete de Angel.
“Robbie se me acercó a hablar, se presentó, como si hiciera falta”, relató Granata. “Yo le dije que me había encantado lo de VideoMatch, pero que la próxima vez que visitara el país, tratara de conocer qué somos los argentinos, la cultura. Y él entendió que yo era profesora de baile, me agarró de la mano y me dijo ‘me encantaría que me enseñes algo’”, relató.
El asunto continuó con unos pasos improvisados, unas rondas de tragos a cargo del cantante, que se retiró a su habitación. Al rato, alguien le informa a Amalia que Robbie había quedado encantado con ella, y que la esperaba en la habitación. Cuando Granata golpeó la puerta, Williams estaba en jeans, descalzo y con la camiseta de la selección. “Hablamos un montón, aunque no lo crean. Pusimos un canal de música nuestra y estaba Fito Páez, él me preguntaba quiénes eran. Un divino total”, recordó. “A la mañana siguiente, el músico la invitó a acompañarlo en el resto de su gira latinoamericana, pero ella no aceptó. Antes de despedirse, se intercambiaron los mails y esa fue su manera de comunicarse”.
Unos años más tarde, Granata viajó a Los Ángeles para asistir a la boda de su mejor amiga. Charla va, charla viene, resultó que estaban cerca de la casa de Robbie en Beverly Hills. Todavía había dudas sobre la relación entre ellos, por lo que la rosarina pidió que la acercaran a la residencia del británico. Se presentó ante el hombre de seguridad que la hizo esperar un momento hasta que la autorizó a ingresar solo con una persona.
Según el relato de Amalia, Williams las recibió de entrecasa, amable pero algo fastidioso porque le habían sacado una muela. Junto a su amiga, recorrieron la casa, conversaron un rato y se fueron. “¿No te quedaste a dormir?”, preguntaron las angelitas casi a coro. “No, estaba con mi amiga y otras dos personas”, se justificó la rosarina, que también narró una infidencia: “Además, él estaba haciendo la rehabilitación de su adicción a las drogas y estaba esperando a la psiquiatra”.
Luego de mostrar una nota de archivo, en la que el conductor Alejandro “Marley” Wiebe y Robbie Williams, bromeaban sobre l a barrera idiomática y sus dificultades en la comunicación con Amalia, la diputada se mostró absolutamente superada y reveló un cruce que tuvo con el ídolo en su mansión de Beverly Hills, del que su amiga fue testigo y traductora. “El me dice, ‘¿seguís sin hablar inglés?’, y yo le dije ‘disculpame, ¿vos seguís sin hablar español’? ¿Por qué yo debería hablar inglés”, argumentó Granata, con orgullo latino y sentido común.

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