Contrastes: se abre Chaco, mientras Jujuy atraviesa una desolada cuarentena

Dos provincias golpeadas por el coronavirus -aunque con diferente historial- arrojan postales de fuertes contrastes: Jujuy vivió un domingo de aislamiento social absoluto, incluso sin apertura de supermercados, mientras que en Chaco arrancó el proceso de “desescalada” progresiva, que contempla flexibilizaciones en tres fases si las condiciones epidemiológicas lo permiten.
Las estadísticas muestran datos delicados para ambas. En tierra chaqueña el coronavirus golpeó de manera temprana y sostenida y tenía en la mañana de ayer 3260 casos confirmados y 136 fallecidos, mientras que los jujeños, tras meses auspiciosos, acumularon en las últimas semanas 1580 contagios y 46 muertos.
Al encabezar su reporte diario matutino, la secretaria de Acceso a la Salud nacional, Carla Vizzotti, advirtió de manera taxativa que el desafío excede largamente al AMBA, al remarcar que entre el 11 y el 25 de julio los casos en el Área Metropolitana de Buenos Aires crecieron un 33,8% y en el resto del país un 51,2%.
“El desafío no es sólo la región metropolitana: estamos viendo aumentos de casos en todo el país, en departamentos donde no se habían confirmado casos”, donde se registran “conglomerados y brotes a partir de personas que ingresan a esos lugares”. De hecho, sólo cuatro provincias -San Luis, San Juan, Formosa y Catamarca-no confirmaron casos el sábado
En el caso jujeño, en Fase 1 desde el 22 de julio y hasta el 2 de agosto, el radical Gerardo Morales definió para hoy un domingo sin actividades comerciales de ningún tipo, excepto farmacias y deliverys, en un intento de mitigar la escalada de casos. Lejos de los vientos de optimismo de meses anteriores – fueron incluso pioneros en materia de apertura de turismo interno-, ayer el panorama era de calles desérticas en las distintas localidades, incluída la capital. El transporte público estuvo autorizado sólo para “trabajadores esenciales”, como personal de salud y fuerzas de seguridad.
En tierra chaqueña, en cambio, el peronista Jorge Capitanich diseñó una reapertura progresiva de actividades que incluye tres etapas, de entre 15 y 20 días cada una.
La primera arrancó el sábado con apertura de locales comerciales de lunes a sábado entre las 8 y las 20 y con turnos (incluídas galerías comerciales y peluquerías), el trabajo de profesiones liberales y personal de casas particulares, el permiso para actividades físicas al aire libre y salidas con chicos entre las 16 y las 19. “Informamos al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, del plan de desescalada, que tuvo un amplísimo nivel de consenso con todos los actores políticos, sociales y económicos”, dijo. Además destacó el “mejoramiento sustantivo de los indicadores”, aunque aclaró que no implica “no tener aislamiento” social.

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