«COVID-19, la enfermedad que estigmatiza al enfermo» (por Alejandro Piñeiro – abogado)

Desde que se tomó conocimiento de la gravedad del Covid-19, su alto poder de contagio, la declaración de Pandemia por la O.M.S., la eterna cuarentena decretada por los gobiernos nacionales y provinciales en modo de prevención, sumado a que cada vez que prendemos la televisión, leemos el diario o portales digitales, encendemos una radio, navegamos –lejos de distraernos- por nuestras redes sociales, o conversamos con cualquier familiar o amigo cercano la temática eje siempre será la misma: coronavirus.
Ahora conviene preguntarnos, ¿Qué actitud tomamos o tomaríamos si nuestro vecino, o el almacenero del barrio por mala fortuna se contagia?, ¿Es responsable por haberse contagiado?, ¿Debería sufrir el castigo social y hasta del peso de la ley por propagar la transmisión de la enfermedad? Desgraciadamente la respuesta que la sociedad ha brindado ante este tipo de situación es el de la culpabilidad de la persona que contrajo la enfermedad: viralización de la fotografía del portador del virus, del nombre y profesión, comentarios negativos y malintencionados. Responsabilizamos al enfermo por habernos traído el maldito virus al barrio. En síntesis, lo estamos estigmatizando.
Sin embargo, si el planteo es a la inversa, el que contrae el virus es uno mismo, o un familiar cercano, o una persona a la que apreciamos, ¿Qué actitud tomaríamos? Desde luego vamos a prestar absoluta solidaridad, intentaremos contrarrestar los desagravios o hacer todo lo posible para que esa persona pueda sobrellevar la enfermedad de la mejor manera. Esto no es nada extraordinario, se llama sentido de humanidad, de empatía.
La Provincia de Formosa mantiene el ingreso restringido a los ciudadanos que desean volver, donde hasta hace pocos días el mismo estaba totalmente vedado. De esta manera varios formoseños no pudieron ingresar a su tierra y muchos se encontraron varados por más de 40 días acampando en el límite inter provincial del lado chaqueño. Claramente esto denota que, con la excusa de “prevención”, se han determinado políticas que no son acordes a este siglo, con trato totalmente inhumano y poca solidaridad hacia el comprovinciano que deseaba simplemente volver a sus afectos, a su hogar de origen.
De igual manera la decisión que tomo el gobierno provincial – que desde mi óptica es sumamente cuestionable, para otros es correctamente acertada – no es lo que más me preocupa en esta situación. Basta con leer los comentarios de anónimos en las distintas redes de los medios de comunicación, o escuchar los llamados de oyentes en las radios de la ciudad, para poder medir el termómetro social de la gente que cuestiona el ingreso de sus propios comprovincianos, o culpar a los enfermos que ingresaron a la provincia (la gran mayoría de ellos asintomáticos, por lo que ni siquiera ellos mismos tenían conocimiento de la enfermedad que contraían), lo que nos convierte en personas poco solidarias y desinteresadas por el bienestar ajeno, aparte del nuestro, demostrando que esta crisis pandémica no solo dejo a la vista las carencias estructurales de los sistemas de salud, sino además demostró las carencias de valores morales de la sociedad.
Esta breve reflexión que acabo de realizar no es solamente para cuestionarnos como sociedad, más bien deseo tomemos conciencia de que cada pequeña actitud que tomamos en el día a día, cada opinión que compartimos en las redes sociales o comentarios que realizamos en público, cada fake news que podamos llegar a compartir, cada simple acto, puede traer consecuencias a la vida de un ser cercano.

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