El eco digital del fascismo: Milei, algoritmos y la nueva «guardia pretoriana»

La reciente creación de «Las fuerzas del cielo», un espacio que se autodefine como el «brazo armado» de La Libertad Avanza, levanta alarmas sobre el resurgimiento de prácticas que evocan al fascismo del siglo XX, ahora potenciadas por las herramientas digitales de nuestro tiempo. En un acto cargado de simbolismo, con discursos que apelan a la «batalla cultural» y la lealtad incondicional al presidente Javier Milei, esta agrupación no solo reproduce los mecanismos de exclusión y persecución del pasado, sino que encuentra en las redes sociales una nueva y poderosa herramienta para expandir su influencia.

Una estrategia digital con ecos autoritarios

El fascismo del siglo XX se basó en la supresión de la disidencia y la creación de enemigos internos para justificar su permanencia en el poder.

Hoy, esas mismas prácticas encuentran en los algoritmos de las redes sociales un vehículo ideal para perseguir, descalificar y silenciar a quienes piensan diferente.

«Las fuerzas del cielo», bajo el liderazgo de influencers y figuras cercanas al poder, propone una “guardia pretoriana” cuya función no es solo simbólica, sino operativa: utilizar plataformas digitales para reforzar un discurso único, demonizar opositores y promover una lealtad ciega al líder.

El filósofo argentino José Pablo Feinmann advirtió sobre estos riesgos al señalar que “el poder necesita del miedo para perpetuarse, y ese miedo hoy se construye a través de las redes”.

Este fenómeno, potenciado por las técnicas de manipulación masiva descritas por Edward Bernays, convierte a las redes sociales en espacios donde la propaganda puede disfrazarse de verdad y las ideas contrarias pueden ser erradicadas sin necesidad de censura directa.

De la retórica a la acción: un peligro latente

Las declaraciones de Daniel Parisini, alias “Gordo Dan”, sobre ser la «guardia pretoriana» de Milei no pueden ser tomadas a la ligera. En la historia, las guardias pretorianas, como la Schutzstaffel (SS) en la Alemania nazi, fueron instrumentos clave para implementar políticas represivas y garantizar el control totalitario. Aunque las palabras de Parisini puedan parecer hiperbólicas, la intención detrás de ellas no lo es.

La digitalización del autoritarismo plantea un riesgo que Umberto Eco ya había identificado en su ensayo “Ur-Fascismo”: “El fascismo eterno no necesita una doctrina única.

Puede adaptarse a nuevas formas, a nuevos lenguajes, pero siempre buscará dividir y controlar”. Hoy, ese control no se ejerce exclusivamente con porras y uniformes, sino con algoritmos que determinan qué contenidos se ven y cuáles se ocultan, amplificando voces afines y reduciendo al silencio a quienes disienten.

El peligro del culto a la personalidad

La creación de «Las fuerzas del cielo» también refuerza el culto a la personalidad que Javier Milei ha fomentado desde su ascenso al poder.

Este fenómeno recuerda a las advertencias del escritor uruguayo Eduardo Galeano, quien expresó que «los dictadores no se hacen solos: se construyen desde abajo, con el miedo, el silencio y la ignorancia de los demás».

Al presentar a Milei como un líder mesiánico, sus seguidores legitiman cualquier acción en su nombre, desde el silenciamiento de opositores hasta la manipulación del debate público.

El tapado del mural de Néstor Kirchner en la sede del Correo Argentino es un ejemplo de cómo estas dinámicas trascienden lo simbólico para convertirse en actos concretos de borrado cultural e histórico. Tal como lo señaló el filósofo Ernesto Laclau, “el populismo autoritario tiende a construir un enemigo externo como base de su identidad interna”, y en este caso, la narrativa de Milei convierte todo vestigio de gobiernos anteriores en enemigos a erradicar.

La batalla cultural como excusa para la persecución

La insistencia de los miembros de «Las fuerzas del cielo» en ganar «la batalla cultural» no es inocente.

Este concepto, popularizado por la derecha global, implica una reestructuración de los valores sociales para acomodarlos a un modelo ultraliberal y conservador que margina a quienes no encajan en su visión de «Dios, patria y familia».

La lucha contra la «Agenda 2030» y otros temas asociados con los derechos humanos y el medio ambiente evidencia una intención clara de desmantelar avances sociales bajo el pretexto de una supuesta libertad individual.

El escritor mexicano Carlos Fuentes advirtió que “la libertad mal entendida se convierte en la tiranía del más fuerte”.

En este contexto, la libertad que promueve Milei y su círculo no busca empoderar a la ciudadanía, sino consolidar un poder excluyente y autoritario, disfrazado de defensa de derechos individuales.

La memoria como resistencia

Frente a este panorama, es fundamental recordar las lecciones del pasado. El fascismo y otros regímenes autoritarios prosperaron gracias a la indiferencia o la complicidad de la sociedad.

Tal como señaló el pensador brasileño Paulo Freire, “la opresión no solo deshumaniza a quienes la sufren, sino también a quienes la ejercen”.

Las nuevas generaciones tienen el desafío de resistir las narrativas de odio y división, y construir una sociedad basada en la pluralidad, el respeto y la justicia social.

La creación de «Las fuerzas del cielo» no es solo un hecho anecdótico, sino una señal de advertencia. Los mismos métodos que permitieron a los regímenes autoritarios del siglo XX consolidarse están siendo reciclados en el siglo XXI con nuevas herramientas tecnológicas y un rostro diferente, pero con la misma intención destructiva.

Ante esto, la sociedad debe mantenerse vigilante y unida, porque, como advirtió el filósofo argentino Arturo Jauretche, “los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”.

La pregunta no es si estamos en riesgo de caer en un autoritarismo digital, sino cuánto estamos dispuestos a hacer para evitarlo.

Lic. en Historia

Faustino «Yiyo» Duarte

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