Florencia Peña: «Soy una mina que hace lo que quiere en un mundo hipócrita y prejuicioso»

A horas del estreno de su nuevo programa, La Pu@ Ama, que llega a la pantalla de América esta noche a las 22, la actriz mantuvo una charla íntima con Teleshow. Sin esquivar ningún tema, habla sobre su relación con el humor, el pedido de mano de Ramiro Ponce de León, las pérdidas que sufrió los últimos años y su faceta como mamá de tres varones La primera palabra que surge en la conversación con Florencia Peña es “multifacética”. Desde su participación en Festilindo a los 7 años, las siguientes cuatro décadas estuvieron colmadas de proyectos de actuación, humor, y de manera más reciente, la conducción. A la par se convirtió en emprendedora de su propia marca y se sumó a una app de contenido para adultos. Entusiasmada, así se muestra en su charla con Teleshow, porque estará al frente del programa La Pu@ Ama, el ciclo que desembarca en la pantalla de américa este lunes a las 22.
“Después de trabajar durante cuarenta años necesito hacer cosas que me sigan dando ganas de quedarme en esta profesión, que es mi arte, mi lenguaje, lo que aprendí a hacer y lo que me conecta con el mundo”, explica sobre lo que representa este nuevo programa en su vida. A diferencia de otros formatos, cuenta que en el big show no habrá panelistas. “Somos más bien como un elenco de actores que va a hacer muchos sketches, musicales, y entrevistas en vivo”, detalla.
La acompañarán Diego Ramos, Dan Breitman, Noralih Gago, La señorita Bimbo y Walter Chino D´Angelo. Luego de nombrar a sus colegas suelta una carcajada y asegura que son muy compinches también fuera de la pantalla. “Nosotros tenemos un lema: ‘Como no podemos reír de nada, nos vamos a reír de todo’, porque la sensación de ahora es que no nos podemos reír de nada, que alguien se va a sentir ofendido o afectado, bueno, entonces vamos a ofender a todos”, anticipa. Y remata: “No se preocupen que a la primera que vamos a ofender es a mí”.
En un balance sobre los últimos dos meses que no estuvo en la pantalla chica, se reconoce como “inquieta” y “curiosa”, y lo relaciona con los motivos que la llevaron a despedirse de Flor de equipo después de un año y cuatro meses al frente de la conducción del magazine. “Necesito todo el tiempo superar mi marca, moverme de los lugares cuando siento que hay cosas que ya no necesito más, que ya aprendí o que cumplieron un ciclo”, expresa.
Aunque significó el fin de una etapa, confesó que hubo otros factores que consideró a la hora de hacer un cambio. “Siento que ese proyecto me enseñó mucho, y fue uno de los lugares que más feliz me hizo en el último tiempo porque me llevé muchos amigos, aprendizaje y experiencia, pero necesitaba estar en un lugar donde el rating no fuera lo esencial, donde el resultado final no fuera lo que se perseguía”, revela.
Reflexiva sobre las presiones que implica la medición del minuto a minuto, explica: “Necesitaba encontrar algo que me nutriera a mí, una nueva manera y que no tuviera que estar pendiente de que tuviera un determinado resultado, porque a esta altura de mi vida el único resultado posible es ser feliz”. La motivación la vuelve a invadir y promete que ese será el espíritu de LPA -las siglas que remiten al nombre del ciclo-, porque pondrá en escena su histrionismo en sus tres facetas: conductora, actriz y humorista.
Antes de continuar con la conversación, Florencia hace una pausa para remarcar un detalle que la interpela. “No hay en este momento programas de humor en la televisión abierta y tampoco programas de humor liderados por mujeres”, sentencia. Con firmeza, expone su deseo de que la labor humorística femenina encuentre más espacios en la pantalla chica: “Eso es algo que yo pedí mucho desde adentro porque soy una mujer que hago humor desde hace mucho tiempo, y está lleno de mujeres que hacen humor”.
—El nombre del programa de por sí ya te desafía, ¿cómo estás viviendo las repercusiones previas al estreno?
—Y…creo que alguien lo tenía que hacer, ¿quién no lo iba a hacer si no lo hago yo? Poner un programa que se llame La puta ama, que salvo los opinadores maliciosos seriales de siempre a los que ya estoy acostumbrada, la verdad es que fue bien recibido porque tiene que ver con una coyuntura. No es que yo soy la puta ama de todas, yo soy la puta ama de mi vida, de quien quiero ser, y las invito a todas y a todes a que sean las putas amas de sus vidas, que es un poco hacerse cargo y decir esta soy. Esta soy hoy, esto lo que tengo para dar, si no te gusta seguí de largo, y si algo te sirve de lo que tengo para dar, acá te espero.
—Se podría decir que ese es tu sello en los proyectos que asumís…
—Totalmente. Es mi lema de vida, generar y dar algo que alguien le pueda servir, sin necesidad de ser unánime. Es algo que aprendí porque cuando era más pendeja necesitaba que todo el mundo me quiera, que les parezca divino lo que yo hacía, y desde hace un tiempo decidí ser quien soy, con lo bueno y lo malo; y como no le hago mal a nadie, porque no ando cagando gente por la vida, y lo que intento es ser genuina conmigo misma, ojalá muchas personas puedan tomar algo de lo que tengo para dar.
—En la publicidad del programa se te ve sobre un ring, y cuando menos se lo esperan te volvés a levantar a dar pelea, ¿hay un paralelismo con tu filosofía de vida?
—Absolutamente. Acá sí me pongo la camiseta de humorista y salgo a pelearla. Fui parte de Poné a Francella, un programa que mucha gente recuerda con cariño también, aunque obviamente hay segmentos que ya no podríamos hacer porque el humor cambió. Van a ver muchos contenidos de ficción y humor, que creo que es el gran desafío. Estamos apostando a algo que no hay en este momento de la tele. A mí me parece que nada es más saludable y exorcizante que poder reírse de las miserias de uno, de las cosas malas que nos han pasado en la vida y también de las buenas. Yo ya me acepté y desde ese lugar hago mi trabajo.
—De la misma forma enfrentás las opiniones cuando te consultan por el poliamor o sobre Divas Play, dejando en claro que debería haber un límite y un respeto por la manera de vivir de cada uno…
—Me pasa seguido y siempre digo que no tengo que dar explicaciones. Yo vivo la vida así, y las explicaciones se las di en su momento a las personas que yo pude afectar con mis acciones, a las que yo quiero mucho y que por ahí pueden llegar a reclamarme algo que pude no haber hecho bien. Esas son las únicas explicaciones que yo doy en mi vida: a mis hijos, a mis afectos, a mi familia, después los demás, yo digo siempre que no se detengan a gastar energía en criticar lo que hago porque lo voy a seguir haciendo. Quedénse tranquilos que las críticas, y mucho más cuando son del lado agresivo, lejos de contrarrestar mis acciones, las refuerzan y reafirman.
—Te definís también como autoexigente, ¿cómo sobrellevás tus expectativas en cada proyecto?
—Soy una mujer que escucha, que se analiza, y me critico mucho a mí misma. Así como me ven que trato de ponerle humor a todo, es verdad que como profesional tengo una exigencia muy grande conmigo y con que las cosas salgan bien. Trato de pensar que después el resultado no me pertenece, porque lo que a la gente le pase con eso no es algo que me pertenezca. Tengo algo para dar y lo doy, ahí estoy parada ahora. Sé que soy difícil de catalogar porque tengo un perfil poco común: soy una actriz que se gana premios por un lado, porque me gané tres Martín Fierro por la actuación, y por el otro soy una mina que hago lo que quiero y no tengo prejuicio.
—Siendo una estrella también las redes sociales, con casi 6 millones de seguidores en Instagram, debés tener experiencia con los haters…
—El mundo lamentablemente es hipócrita y prejuicioso, y yo lucho mucho contra eso. Soy mamá de tres varones [Juan y Tomás Otero, y Felipe Ponce de León] y la gente muchas veces se horroriza de las cosas que yo hago y digo. La conexión y el diálogo que yo tengo con mis hijos es tan hermoso, y tan libre. Somos tan respetuosos de las individualidades en mi casa, es algo que realmente lo practicamos y lo fomentamos. Imagínate mi futuro esposo todas las que me banca, en el buen sentido, porque él quiere que yo sea libre. Para el afuera es como: ‘¡Dios mío! ¡Lo que dirá el novio, los hijos!’. Y no, porque acá nadie tiene que decir nada. Esta soy yo. En mi vida no me pongo en un lugar de bajar línea, de querer exponerme por encima de nadie, simplemente me acepto y me río de mí muchas veces.

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