Hoy podría conocerse la sentencia a Lucas Carrasco, el periodista acusado de violación

El miércoles pasado, el día en que comenzó el juicio por violación en su contra, el periodista Lucas Carrasco llegó a Tribunales temprano y más solo de lo esperado: estaba con él su abogado pero no estaban ni su hermana ni su psicóloga, que se suponía que iban a ser sus únicas testigos y, por consiguiente, las únicas que declararan a su favor.

Cuando la jueza le preguntó si iba a hacer uso de su derecho a declarar, Carrasco –conocido por haber participado en el programa 6,7,8– dijo que sí pero que no iba a contestar preguntas. Después, se levantó -desaliñado, con el cierre del pantalón bajo-, acomodó el micrófono y sostuvo que era el blanco de una «persecución política» por haber sido un referente del periodismo K y haberse alejado, «asqueado de tanta corrupción».

Después se defendió de las dos acusaciones de violación por las que estaba siendo juzgado. Dijo «sé que no soy la persona más amable del mundo», que pudo «haber destratado» a alguien y «ser un irrespetuoso», pero que no era un violador. El fiscal, sin embargo, opinó distinto unas horas más tarde, cuando pidió una pena de siete años de prisión para Carrasco por una de las acusaciones de «abuso sexual agravado por acceso carnal».

La querella, que representa a Sofía Otero (una de las dos jóvenes que lo llevaron a juicio oral) solicitó una pena de 9 años de prisión (el delito prevé penas de entre 6 y 15 años). La semana pasada, Sofía Otero -27 años, estudiante de Derecho- relató a Infobae el día de febrero de 2013 en que ocurrió el hecho por el que ahora se juzga al periodista.

Contó que había ido a su departamento a tener relaciones sexuales con él y que, en ese marco, sucedió la violencia sexual: «Empezó todo consentido, relaciones sexuales consentidas, a eso había ido», contó ella a Infobae. «Estuvo todo bien hasta que, en un momento, quedé boca abajo pegada al colchón, y es el momento en que aprovechó para penetrarme analmente sin mi consentimiento».

Sostuvo que ella le gritó –»le pedí llorando que parara»– y que, cuando él «se sale de encima mío, saca todo su peso y toda la fuerza que había puesto, me paro temblorosa y le digo: ‘¿Hasta cuando ibas a seguir? Te dije que no quería’, mientras me caían las lágrimas. Y él me contestó: ‘Hasta que te acostumbres'».

Ese es el episodio en el que se centró el fiscal Ariel Yapur para pedir que Carrasco fuera condenado a siete años de prisión. «Haber forzado a la damnificada a tener relaciones por vía anal excede el consentimiento que ella había prestado para tener relaciones sexuales. Ella le hizo saber que estaba siendo incomodada, que no quería, que le dolía, y él, lejos de detenerse, utilizó toda su fuerza física para someterla a sus designios. Esto no es un destrato, un machirulismo: esto es una violación».

En la primera audiencia declaró primero Carrasco y luego Sofía Otero. Para no exponerla a relatar el hecho delante del acusado y revictimizarla, la querella pidió que el periodista no estuviera presente. Por eso, la jueza Ana Dieta de Herrero pidió a Carrasco que se retirara a una sala contigua desde donde pudiera escuchar sin ser visto.

Sin embargo, cuando la denunciante dijo que la relación sexual había empezado siendo consentida pero que luego Carrasco la había cambiado de posición, la había penetrado sin consentimiento y ella había llorado y gritado de dolor, Carrasco quiso salir de la sala contigua y volver al lugar en donde se estaba desarrollando la primera audiencia del juicio. La jueza, ofuscada, le pidió al abogado que entrara a calmarlo y le explicara «cómo son las cosas».

Declararon tres testigos aportados por la defensa de Sofía Otero -una amiga aseguró que en 2013 Sofía le contó que él la había inmovilizado con una especie de «toma de karate», agarrándola de la nuca, para luego penetrarla sin su consentimiento-, y luego fue el turno de la segunda denunciante, que pidió reserva de identidad y declarar sin público.

Siguieron los dos peritos del Cuerpo Médico Forense, que confirmaron que encontraron en ellas «trastorno postraumático de estrés crónico», verosimilitud en sus relatos y ningún indicio de fabulación.

La psicóloga del Cuerpo Médico Forense explicó que atendió a tres de las denunciantes iniciales. Es que este capítulo final tiene un largo recorrido detrás, que comenzó en 2016, cuando una joven llamada Lucía contó en las redes sociales que había sufrido violencia sexual por parte de Carrasco.

Mientras en Argentina crecía con fuerza el reclamo llamado «Ni una menos», Sofía Otero leyó esa denuncia pública, a la que se sumaron otras. Con el apoyo colectivo de la organización feminista (entre ellas, de las mujeres que habían denunciado al cantante Cristian Aldana, que les aconsejaron que fueran a la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres) las denuncias se unieron.

Fueron cuatro los casos con los que se inició el proceso. Carrasco fue sobreseído en dos. Una era una denuncia por grooming, es decir, acoso a una menor. El otro es el de Lucía, la primera joven que denunció en las redes sociales (en su caso, los abogados explicaron que estaban por presentar un recurso a Casación pero ella desistió porque estaba muy afectada).

El miércoles pasado, el fiscal Yapur pidió que fuera absuelto por el tercer caso, el de la joven que pidió reserva de identidad. Consideró que ese caso no «no se encuadraba en el tipo penal», pero sí el de Sofía Otero.

Está previsto que hoy, desde las 12.30, Guillermo Vartorelli, abogado defensor de Carrasco, lea sus alegatos. Luego, la jueza Ana Dieta de Herrero podría dictar sentencia. Se trata de la jueza que pidió 35 años de prisión para el cantante Cristian Aldana, condenado en julio a 22 años por «abuso sexual gravemente ultrajante y corrupción de menores». También formó parte del tribunal que condenó al portero Jorge Mangeri por el abuso sexual y femicidio de Ángeles Rawson.

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