Julieta Prandi con María Laura Santillán: «A mi ex marido lo voy a aplastar como a una cucaracha»

“Él no puso un peso para lo que yo construí. Es todo fruto de mi esfuerzo, porque a mí nadie me regaló nada. Hace 23 años que trabajo, no tengo nada que ocultar y es todo mérito mío”, asegura. Dispuesta a recuperarlo todo, cuenta su agonía y resurrección, cómo fue que perdió el control de su vida y cómo se animó a salir del infierno
La historia de los últimos años de Julieta Prandi es escalofriante. Una historia con episodios traumáticos, con la pérdida de su libertad y de todos sus bienes, que necesita justicia y resarcimiento. Revive las anécdotas para visibilizar la lentitud de los tribunales, y los mil y un recursos que presenta su ex marido y que demoran el avance de las causas judiciales. Julieta empezó a trabajar en la tele hace muchos años. La vimos en Poné a Francella, No hay dos sin tres, Zapping, El ojo cítrico, Gracias por venir, entre otros trabajos. Condujo hasta fin de 2022. Es por ahí, el programa de América de la mañana y está haciendo desde hace cuatro años Sarasa por La Cien con mucho éxito. Tiene dos hijos, Mateo y Rocco. Hoy está en pareja con Emanuel Ortega. A principios de 2019 empezó el fin de una etapa oscura y el comienzo de una vida nueva.
— Repasando tu historia, imagino que lo más importante sucedió cuando te fuiste de tu casa, el momento en que volviste a nacer.
— Sí. 14 de febrero del 2019. Fue un momento bisagra en mi vida. Cuando decidí irme de mi casa fue un volver a nacer porque recuperé mi libertad. Recuperar la libertad en una persona es todo. A quien era en ese momento mi marido, en marzo del 2018 le había pedido el divorcio, se negó a dármelo y estuvimos en guerra dentro de mi casa durante un año. Un año de mucha hostilidad, de mucha violencia. Sobre todo económica, porque retuvo mi dinero. Incluso me sacó los documentos, mi celular. Pasé situaciones de película, las viví todas. Entre ellas, las amenazas de muerte. En diciembre de 2018 tomé coraje y presenté mi divorcio de manera unilateral, había conseguido una abogada a escondidas. Todo fue todo muy macabro, me seguía, me llevaba y me traía, me controlaba cada paso. A esa primera entrevista fui con una abogada, que me la había recomendado mi obstetra, imaginate. — ¿Tenés una abogada? dámela. Con la primera que me dieron tuve una entrevista secreta y le dije: necesito que me saques de acá. Él se negó a poner una abogada hasta que pasó la feria, fue por eso que en febrero pude armar un flete para llevar mi ropa e irme. Él me decía: te vas a ir de acá pero sola, sin tus hijos. Yo necesitaba un marco de legalidad y tenía terror, estaba aterrada. Necesitaba irme con mis hijos.
— Te fuiste vos de la casa en la que vivía toda la familia.
— Sí. Un gran error. Cuando me piden consejos siempre digo: no hagan eso. Pidan una exclusión del hogar. Fue el error más grande que cometí a nivel legal porque me hubiese ahorrado muchos trastornos. Tuve que pedir un préstamo a un banco habiendo trabajado 22 años, para poder alquilar un departamento e irme. Me fui de esa manera. Y sin nada, no me pude llevar ni la tele de mi propia casa, que pagué con mi trabajo. Después de un año y medio recién logré que el antiguo juez de mi caso, me diese la atribución del hogar, que es un permiso para vivir en tu propia casa. Que me devuelvan la casa por un año. Se va renovando el permiso hasta que se haga efectiva la división de bienes.
— ¿Pudiste volver a vivir en tu casa?
— Volví a mi casa. En julio del 2020. Un cachito antes de que llegara mi amor a Argentina. Plena pandemia. Encontré mi casa destruida. Vacía, por supuesto. No dejó ni una silla. Todo roto. Hasta la isla de la cocina arrancó. Fue remar, remar y remar porque empecé de cero.
— Contaste que sufriste abusos, amenazas, violencia psicológica. ¿Cuánto tiempo estuviste con él?
— La segunda etapa desde el 2008 hasta el 2019, 11 años. Y previo a eso lo conocí en el 2000 y logré dejarlo en el 2004, 2005, cuando tuve un ataque de pánico. Porque estuvo dos veces en mi vida. Primero un noviazgo muy controlador, desapareció cuando lo dejé y unos años más tarde volvió mostrándome otra cara, una persona mucho más aplomada, cuidador, protector. Porque este tipo de personajes sabe cómo engañar a su víctima. Sabe qué cara tiene que mostrar. Durante un tiempo fue un gran encantador de serpientes, todo el mundo creía que era el hombre más maravilloso de la tierra y que iba a ser el mejor padre del mundo. Yo también lo creí.
— ¿Durante mucho tiempo?
— Mucho tiempo hasta que Mateo nació, sí. Después empecé a ver cosas, pero ya estaba inmersa en una vorágine complicada. Descubrí que era pai umbanda. Tuve todo tipo de amenazas en mi vida. Durante cuatro años no vi a mis padres por ejemplo. No me dejaba ver a mis padres.
— ¿Después de tu primer hijo?
— Sí. Mis padres conocieron a Rocco cuando yo me fui de mi casa. No los quería. Mis papás sí se habían dado cuenta qué clase de persona era y a todo aquel que se diese cuenta, había que apartarlo de mi vida. Mi hermana lo mismo. Todo aquel que no estuviese de acuerdo con cómo él llevaba la vida de Julieta, tenía que ser apartado.
— ¿Lo aceptabas resignada?
— Tenía miedo. Primero me parecía que eran celos de amor. Después me parecía posesivo. Después, mucho control. Y después ya me asfixiaba.
— Vos trabajabas durante toda esa etapa, como siempre, como hiciste toda la vida.
— Toda la vida. Cuando quedé embarazada de Mateo estaba en mi mejor momento laboral, de lunes a sábado estaba haciendo Zapping. Era un momento de mucho trabajo, no tenía realmente tiempo y estaba embarazada. Entonces él, me hizo firmar un poder administrativo para hacerme el favor de cobrar mi sueldo y de manejar mi cuenta. Él entraba a Telefé y cobraba. Entraba a Actores y cobraba. Manejaba mis cuentas. Y así fue como empezó a vaciarme. Lo mismo que pasó cuando no me dejaba manejar.
— ¿Manejar tu auto?¿Por qué?
— Por miedo a que me pase algo. Porque las personas que te quieren controlar siempre hablan desde el “cuidado”. “Ella es tu amiga, pero en realidad envidia lo que tenés”. Siempre hay una vuelta más.
— ¿Había alguna posibilidad de tener terapia cuando empezabas a escuchar cosas que te hacían ruido?
— No fue la opción que se me ocurrió. Y después ya estaba paralizada. Cuando nació Rocco en 2015 y me llevó a vivir a Escobar, viví los dos peores años de mi vida. Ya no quería despertar más. Eso fue el infierno en la tierra. Eso fue lo que me llevó después de un tiempo a hacer una causa penal. Perdí el control completo de mi vida. Lo único que sabía era pensar de qué manera podía irme de ahí.

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