Los fanáticos del Carlovich rompieron la cuarentena para despedir a su ídolo

En medio de las medidas de aislamiento social que rigen en todo el territorio argentino, las puertas del estadio Gabino Sosa de Central Córdoba se abrieron inesperadamente: un gran número de fanáticos, amigos y familiares incumplieron las reglamentaciones del país para despedir al Trinche Tomás Felipe Carlovich, el símbolo del fútbol rosarino que murió ayer a los 74 años luego de ser golpeado brutalmente en un asalto en las calles de su ciudad.
El ex futbolista de Rosario Central, Flandria, Independiente Rivadavia de Mendoza y Colón de Santa Fe, entre otros, fue abordado por un joven que lo hizo caer y golpear su cabeza contra el pavimento mientras trataba de robarle su bicicleta. Permaneció internado en grave estado durante varias horas hasta su deceso el viernes por la mañana.
La noticia causó conmoción en el país y eso se vio reflejado en la mañana de ayer de un modo más que reprochable en medio de una pandemia que ya dejó 293 muertos: un centenar de personas quebró las reglamentaciones de confinamiento obligatorio que impuso el Gobierno desde el 19 de marzo pasado. Al mismo tiempo, y en la gran mayoría de los casos, no hubo siquiera respeto al distanciamiento social de dos metros que se aconseja en todo el mundo y muchos de ellos no contaron con los tapabocas obligatorios.
A media mañana, el estadio charrúa situado a pocas cuadras del Río Paraná recibió por última vez al Trinche, entre aplausos y cánticos. Si bien algunos de los presentes se mostraron con tapabocas, no se respetó en la gran mayoría de los casos el distanciamiento social y, claro está, no se cumplió con la cuarentena obligatoria.
Un coche fúnebre ingresó al campo de juego y amigos junto a ex compañeros lo cargaron en el marco de una ceremonia inesperada. Anteriormente sus restos habían sido velados en una sala de la Zona Oeste de Rosario en un acto íntimo por pedido familiar.

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