El actor responde las preguntas a fondo de Teleshow. Desde su ruptura en el verano con Sabrina Rojas hasta cuánto le cambió la vida ser padre a los 25 años. Además, las amistades en el medio, los riesgos de no tener representante y una confesión: «Me encantaría echarme a engordar».
Recorrió un largo camino en la televisión, en el que fue comprendiendo qué lugar ocupar en elencos corales hasta finalmente llegar a los protagónicos más importantes, con mucho crecimiento en cada trabajo. Desde Jugate conmigo pasando por tiras Campeones, Los Roldán y Lalola, hasta llegar a ser el galán central como en Sos mi hombre, y en sus últimos éxitos: Las estrellas y 100 días para enamorarse. A días de volver a la televisión en Telefe con la tira Pequeña victoria, Luciano Castro habló de todo con Teleshow, animándose a las confesiones más íntimas.
- —¿Cuál es el recuerdo más feliz de tu infancia?
—El recuerdo más feliz es toda mi infancia: mis amigos, Mar del Plata, mis primos, el Club Parque… Tuve una muy linda infancia. - —¿Cuál fue tu primer trabajo, relacionado con lo artístico?
—Jugate conmigo, en 1992. Con ese programa arrancó mi carrera y todo lo que vino después. - —¿Los 90 fueron años de mucho descontrol en tu vida?
—No sé si los 90 fueron años de descontrol: cada uno los vivió como los vivió. Los 80 fueron muy buenos. Para mí fueron años brillantes: eramos unos pibes y teníamos todo por hacer. - —Fuiste papá joven, a los 25 años. ¿Cómo fue esa experiencia?
—Ser padre joven es muy bueno, pero también es muy raro: te encontrás con un montón de cosas que no conocés. Yo era muy joven y aparecen las responsabilidades, tenés que hacerte cargo y asumirlas, y no es fácil: no hay un libro o un manual, nadie te enseña. Igual, fue genial ser papá joven, y es genial tenerlo conmigo a Mateo (hoy de 17 años). En su momento fue una vorágine tremenda, pero a la distancia puedo afirmar que fue hermoso. Ser padre cambió mi vida en todo, tanto con Mateo como con Esperanza y Fausto (de su relación con Sabrina Rojas): con ellos dos al fin tuve una familia. Cambia tu lugar, ya no sos más protagonista. Y tus hijos te necesitan bien, activo, te necesitan presente; en síntesis: te necesitan. Para ellos no hay feriados, no hay excusas, no hay dolor de nada, no hay tristezas. La paternidad te ubica en ese lugar y te hace sentir súper importante. - —¿Empezaste a cultivar el cuerpo como arma de trabajo para la actuación o por gusto deportivo?
—Nada tiene que ver mi físico con la actuación, nunca fue por ahí mi carrera. Cuando yo empecé a trabajar en Jugate conmigo tenía 17 años. También hacía teatro y me iba formando para ser el mejor actor posible, pero ya hacia deportes porque desde muy chico me gustó la actividad física. Mi cuerpo vino conmigo: lamentablemente, vine con este envase (risas). - —¿Con qué personaje sentiste que eras popular?
—El primer programa que me dio popularidad, aun sin ser protagonista, fue Campeones, y después Los Roldán. Los dos eran programas muy masivos, muy exitosos. Yo era parte del elenco y ahí nos empezamos a transformar todos en populares. Después vino Valientes, que era hípermasivo, y luego me transformé en un actor popular. - —¿Con que compañero no volverías a trabajar?
—No tengo problemas con ningún compañero con los que trabajé. Uno puede tener diferencias, se puede discrepar, pero volvería a trabajar con todos y con cada uno de ellos. - —¿Tenés amigos dentro del medio?
—Tengo amigos dentro del medio con los que soy confidente: Rafa Ferro, Gonzalo Heredia, Pedro Alfonso, Juan Minujín, Ale Fiore, Nancy Dupláa, Carla Peterson, Marce Klosterboer. Son actores y actrices con los que, cuando nos toca un proyecto en común, tenemos la capacidad de hablar de otras cosas, no solo del trabajo o del futuro trabajo. Con todos ellos puedo hablar de la vida, de nuestros temas; seguro me olvido de alguno, como Facundo Espinosa. Tengo amigos que son intransables, como ellos. - —¿Qué significó Cris Morena en tu carrera?
—Tanto Cris Morena como Gustavo Yankelevich, Raúl y Celina Lecouna, toda esa camada de Telefe de los años 90, Anita Tomaselli, Chacho Cordone; todos fueron muy importantes en mis comienzos. Cris era nuestra líder visible, pero nosotros eramos muy jóvenes y todas estas personas que nombro me enseñaron a trabajar en la televisión: el respeto por el trabajo, por el técnico, por el compañero, por el personal del canal. Con los años seguí formándome en esa escuela de educación y respeto. No me fue fácil aprender y crecer en este medio. Luego también Adrián Suar, Sebastián Ortega, Quique Estevanez, todos ellos me fueron poniendo en mi lugar y fueron muy docentes conmigo. Eso fue una gran escuela para mí, sobre todo para un tipo como yo que no tiene representante, y a veces voy a un choque o a un diálogo innecesario porque tengo que defender mis intereses como actor. Es estar de los dos lados del mostrador. Todos ellos fueron muy importantes en mi formación y en todo mi aprendizaje que me trajo hasta donde estoy hoy. - —¿Lo de tu separación del verano pasado fue real, fue una broma para los medios o fue un gran mal entendido?
—Mi separación del verano de mi mujer, Sabrina Rojas, fue eso: una separación. Nunca haría un chiste sobre un tema así, y menos agitaría algo así para llamar la atención. No soy mediático, soy bajo perfil. Lo que sí reconozco es que se me fue de las manos, y quedé más expuesto de lo que imaginé cuando hablé con Jorge (Rial), a quien le confirmé la separación. No me gustó lo que se generó alrededor de mi familia. La pasé muy mal. - —¿Es un sacrificio mantener ese cuerpo? ¿Te gustaría echarte a engordar?
—Me encantaría echarme a engordar. Me encanta el deporte, yo nado y boxeo desde que soy chiquitito, y para mí estar en forma no es un sacrificio. Son cosas comunes en mi vida, como el fútbol que alguien hace con los amigos una vez por semana o el partido de tenis. La actividad física es parte de mi vida diaria. Seguramente cuando esté más grande de lo que ya estoy aflojare un poco, pero no voy echarme a perder.