Mike Amigorena y la paternidad: «Tenemos una especialista en bebés, una coaching que nos ayuda»

“Aprendés a ser padre a medida que vas siéndolo”, dice Mike Amigorena, con conocimiento de causa. En febrero, el actor y su pareja, Sofía Vitola, recibieron a su primera hija, Miel, apenas unas semanas antes de que el coronavirus y la cuarentena se adueñaran de la realidad del país.
Sin embargo, para Amigorena, la crisis sanitaria y la experiencia de la paternidad le acercaron la oportunidad de compartir un tiempo con su primogénita, lo que en otras circunstancias no hubiera sido posible. “De otra manera, no tenés la posibilidad de estar 24 por 7 en el crecimiento de tu bebé recién nacido”, le cuenta el artista a Teleshow.
En un gran momento personal, disfrutando de la vida en familia, Amigorena goza también de un próspero pasar profesional. En su faceta de músico, presenta su nueva canción, “Tranfer”, mientras ensaya la obra ART y trabaja para una producción de Disney+. Todo, en un año que será imposible de olvidar.
—¿Qué enseñanza te deja la pandemia?
—Lo que vivimos fue una gran enseñanza para darnos cuenta de que somos capaces de mucho más de lo que creemos en cuanto a la adaptación, a la creatividad, el cuidado. El barbijo pasó a ser lo que era el reloj: no salía de mi casa sin reloj y tenía una colección de 15 relojes. Ahora tengo 70 barbijos y los voy combinando.
—En tu caso la cuarentena te vino bien para estar muy papá.
—Un privilegio. De otra manera no tenés la posibilidad de estar 24 por 7 en el crecimiento de tu bebé recién nacido. Te perdés todas las etapas porque estás laburando. Si hubiese estado haciendo una tira es una locura porque me levanto a las siete y ella está durmiendo, y cuando volvés la tenés que acostar. Hubiese sido horrible. Lo que viví fue único.
—¿En qué te descubriste como el mejor papá del mundo?
—En respetar el temperamento. Es lo más difícil de un hijo hacia los padres. ¿Cómo hacés para respetar lo que ya viene hecho y no querer cambiarlo? Estoy muy atento a eso. (Los hijos) te vienen a cincelar: aprendés a ser padre a medida que vas siéndolo. Ningún librito… Podés tener coaching: tenemos una especialista en bebés que nos ayudó como nunca antes hubiese pensado que te pueden ayudar.
—¿Cómo fue esa experiencia?
—Al principio es toda una pregunta. Vas por instinto, pero la experiencia es única. Hay atajos en el mundo pueril y eso está ligado al sacrificio. “Ahora sepárenla del colecho, un metro de la cama”. Después, lentamente la llevás con la cuna al cuarto de ella, y por último, la metés en la cuna. Todo eso significa no dormir. Es un sacrificio constante para que empiece a dormir toda la noche…
—¿Todavía está en la habitación con ustedes?
—No, fueron etapas. A los tres meses la separás de la cama; la cuna la tenés a un metro, antes la tenías pegada al colchón. Después la separás y llevás ese colecho al cuarto de ella, no a la cuna. A los seis meses la pasás a la cuna. Apenas amanecemos la traemos a la cama para que juguetee un ratito pero nunca se durmió en la cama con nosotros. Nunca. Eso es un trabajo que hicimos Sofía y yo. Sofía una ganadora. Gran madre.
—Te moriste de amor con Sofía mamá.
—Sí. De lo contrario, no hubiese tenido un hijo, que es una consecuencia de una asociación amorosa que te tiene que pasar.
—¿La buscaron mucho a Miel o llegó rápido?
—No, fue muy orgánico todo.
—¿Y en qué momento querés huir y decís: “En esto soy el peor”?
—Por ahí, bueno… Uno duerme más, por ejemplo, y dejás que el trabajo lo haga la mamá.
—¿A la noche te hacés el dormido?
—Me hago el dormido, pero me dura poco porque si se levanta más de dos veces ya ella me despierta, y voy. Me quiero ir a Noruega en ese momento (risas). Nos complementamos muy bien.
—Armaron un buen equipo.
—Sí, perfecto. A Miel la cambio, la baño, le doy de comer.
—El recorrido en la música, que en algún momento empezó como Ambulancia, hoy ya se convirtió en dos discos solista.
—Sí. Y empecé a hacer el tercero. “Tranfer” pertenece al tercero. El segundo ya lo saqué el año pasado.

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