Penélope Cruz y Javier Bardem: amor de película y blindaje «antinotas» de una de las parejas más bellas

Idolatrados en su país son los dos únicos españoles que se llevaron un Oscar. Se conocieron durante un rodaje en 1992 Y se enamoraron 15 años después. Desde entonces están juntos, pero sin mostrar más de lo que desean mostrar.
En marzo del año pasado cuando la pandemia arrasaba Madrid, un matrimonio decidió que lo suyo no era solo exclamar “qué horror” o “qué barbaridad”. Sus profesiones los convertían en seres privilegiados con cuentas en el banco lo bastante grandes como para ayudar y lo hicieron. Donaron 100 mil guantes y 20 mil mascarillas al hospital madrileño de La Paz. Sabían que su gesto no era una cura pero sí un pequeño bálsamo de esperanza en medio de uno de los momentos más complejos de la historia contemporánea. La donación no fue ante las cámaras de televisión ni esperando una buena deducción de impuestos. Se tramitó en secreto y solo se anunció en la cuenta de Instagram oficial de la esposa. No se necesitaba más, con cinco millones de seguidores la repercusión fue inmediata. Y los españoles amaron mucho más a ese matrimonio espléndido que los enorgullece en las buenas y que ayuda en las malas: Javier Bardem y Penélope Cruz.
Son tan hermosos que el mismo Dios se debe sentir orgulloso de semejantes criaturas, pero además son actores talentosos, que eligen sus papeles con ojo de artista y no deseos de marketinero. Construyeron sus carreras a base de buenos papeles, excelentes elecciones y grandes oportunidades. Pero decidieron que sus trabajos serían públicos y sus vidas, privadas. Solo se sabe de ellos lo que ellos quieren que se sepa.
Se conocieron en 1992 mientras filmaban la película Jamón, Jamón dirigidos por Bigas Luna. Bardem tenía 23 años y no era un recién llegado al mundo de la actuación, hijo de la actriz Pilar Bardem, con cinco años hizo su debut en la televisión en “El pícaro”. Fernando Fernán Gómez le apuntaba con una pistola y él tenía que reírse. Pero él, por el miedo, lloró. Su compañero lo ayudó diciendo: “No pasa nada, dejadle, es un actor dramático”.
De adolescente a Bardem se lo vio en Segunda enseñanza, Brigada central y Las edades de Lulú. En pantalla impactaba por su imagen potente con una furia interpretativa que hacia que cada uno de sus personajes fueran únicos y sobre todo, inolvidables.
Penélope Cruz no venía de una familia de artistas. Su padre era comerciante y su madre, peluquera. Ambos, fanáticos de Joan Manuel Serrat decidieron bautizar a su hija con el nombre de una de las canciones más conocidas del catalán. Adolescente apareció en algunos anuncios publicitarios. Con catorce años la eligieron para participar en el videoclip de la canción del grupo Mecano “La Fuerza Del Destino”. Esa experiencia le dejó dos cosas: una gran visibilidad y un novio. Se convirtió en la pareja del tecladista del grupo, Nacho Cano. Su primer película fue en El laberinto griego de Rafael Alcázar.
Al rodar, Jamón, jamón Cruz tenía solo 16 años. El guión exigía filmar escenas de sexo al filo del erotismo y la brutalidad. En la película Jordí Molla y Bardem se disputan su amor. En lo que no sabemos si fue la frase más cursi, graciosa o certera del mundo, el personaje de Bardem le dice al de Penélope “Me gustas tanto como el jamón”. Además protagoniza una pelea a “jamonazo” limpio con su rival por el amor de la muchacha. Por suerte, la película se llamaba “Jamón, Jamón” y no “Fierrazo, fierrazo”.
Con el tiempo, Penélope reconocería que no la pasó bien con las situaciones sexuales que le tocó interpretar. “Me provocó un fuerte rechazo a cualquier cosa que tuviera algo que ver con lo sexual o lo sensual. Me corté el cabello chico y no hice ninguna escena de amor, ni siquiera con besos, durante varios años”, relató al diario británico ‘The Sun’.
Después de filmar, Bardem y Cruz siguieron caminos distintos. El de Penélope, luego de brillar en su tierra en producciones como Carne trémula de Almodóvar y Abre los ojos de Amenábar rumbeó para Hollywood. En 2002 fue parte de Vainilla sky. De la peli muchos no se acuerdan pero sí del romance que surgió. La bonita Penélope comenzó a noviar con el bello Tom Cruise. Algunos decían que era un truco publicitario, otros que era una relación real. Quizá simplemente Tom no pudo menos que enamorarse de esa morocha increíble, a la que podía mirar a los ojos sin esfuerzo ya que era dos centímetros más baja que él, a diferencia de su novia anterior -Nicole Kidman- que era notoriamente diez centímetros más alta que él.
A la pareja se la veía feliz caminando por esas vidrieras con cámaras que son las alfombras rojas. El amor parecía arroparlos. Ella lo visitó en varias ocasiones mientras él rodaba en Nueva Zelanda El último samurai y el apareció en Roma de sorpresa para consolarla -rodaba allí No te muevas- por la muerte de su abuela.
Sin embargo, en 2004 y luego de tres años de relación la pareja rompió. Ambos dijeron que seguirían siendo “buenos amigos” y que no había terceros en cuestión y si los había -intuimos- tampoco era cuestión de andar contando que a uno le habían metido los cuernos.
Después de Tom llegó Matthew McConaughey. Se enamoraron en el rodaje de Sahara, lo que demuestra que para los actores los rodajes son más efectivos que cualquier aplicación de citas. Otra vez dolían los ojos de ver a esos seres tan bellos en pareja. “Hay un poco de dificultad por el idioma, pero es como poesía cuando sucede. Lo que más me gusta de ella es que todo lo ve como si fuera por primera vez. Es una de las mejores ‘escuchadoras’ que he conocido”, decía él por aquella época.
Los novios decidieron irse de viaje juntos. Una noche Matthew salió con su amigo Lance Amstrong, porque podés estar con la mujer más bella del mundo pero bueno, a veces necesitás salir solo con tus amigos. Decidieron ir al club Hyde Lounge de Sunset Boulevard y el novio de Penélope vio a la modelo Camila Alves. En este caso no fue “un clavo saca a otro clavo” sino un “amor fulminante rompe otro amor no tan fulminante”. Matthew dejó a Penélope no porque no la amaba sino porque amaba a otra mucho más.
Por su lado, Bardem seguía en pareja. Desde la época de Jamón Jamón noviaba con la traductora Cristina Payés. Ella fue su profesora de inglés en sus primeros años de carrera en el cine. La relación duró una década. Con Belén Rueda y Ruth Gabriel vivió romances breves y siempre discretos. Mientras no paraba de filmar. Huevos de oro, Los lunes al sol, Mar Adentro fueron algunas. Las nominaciones y los galardones como el Goya y los Globos de Oro se sucedían.
En 2007, los españoles junto a Antonio Banderas más conocidos y reconocidos de Hollywood fueron convocados por Woody Allen para filmar Vicky Cristina Barcelona. Penélope se reencontró con Javier quince años después. Quizás al verse habrán pensado “nosotros, los de antes ya no somos los mismos”. Adultos, famosos globalmente, idolatrados.
Se vieron y se redescubrieron. No fue fácil. No hubo flechazo inicial, más bien dudas. “Penélope tiene mucha energía, lo que a mí me gusta llamar sangre apasionada. En Vicky Cristina Barcelona compartimos escenas en las que discutimos, ella lanza platos…Tuve que preguntarme: “¿Realmente quiero esto?”. El carácter de Penélope finalmente le pareció hipersexy y comenzaron su historia de amor.
Mantuvieron el romance en absoluto secreto. No hay una sola foto de ellos juntos durante la grabación, los rumores decían qué el español era pareja de Scarlett Johansson.
Los rumores iban para un lado, pero la realidad -como casi siempre- iba para otro. Javier y Pé (como la llaman en su país) se enamoraron. Famosos, consagrados pero también humanos y reales como cantó alguna vez la Giménez “detrás de todo solo hay una mujer” o en este caso una pareja. “Al volverlo a verlo me dije, ¿cómo no reparé en Javier antes?”, reveló alguna vez ella. “Como nos conocimos mucho tiempo antes, al volvernos a ver vimos a las personas y no a las estrellas del cine o a los personajes”, reflexionó el actor. Asegura que ella “siente pasión por todo. Es lo que me parece atractivo de ella. Hay que tener belleza y saber ser sexy. Penélope tiene ambas cosas”, pavada de piropo dirían en el barrio.
Discretos, la primera foto de ellos fue en unas vacaciones juntos en Maldivas. Después otras, todas casuales, nunca pautadas recorriendo alguna ciudad, a la salida de un restaurante. Jamás hablaron de su vida privada, ni dieron una entrevista juntos, nunca mostraron su casa, ni posaron para revistas de realeza o de actualidad. “La fama es repugnante por sí misma”, solía decir Bardem algo a lo que Penélope adhirió.
Se casaron en 2010 en el más absoluto secreto. Solo trascendieron dos datos: la celebración se realizó en una isla privada de las Bahamas, propiedad de Johnny Depp, amigo del novio y Penélope llevaba un vestido del diseñador John Galliano, amigo de la novia.
Al año llegó su primer hijo, Leo, quien nació en Estados Unidos en una exclusiva y carísima clínica de Los Ángeles por lo que fueron criticados. Dos años después, en 2013, nació su hija, Luna, y esta vez decidieron tenerla en España. Aunque guarda su intimidad, padre al fin, Bardem no pudo menos que hablar con orgullo de sus descendientes: “Mis hijos son increíbles. Nos tienen en sus manos. Lo que más me gusta es pasar horas y horas jugando a princesas y dragones con ellos y con mi mujer”. También reconoció que “Estar más de dos semanas lejos de casa prácticamente me parte el corazón. Mi cuerpo empieza a experimentar síntomas físicos”.

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