San Lorenzo golpeó a Patronato en el arranque de cada tiempo y cortó la racha negativa

Costaba ser optimista en el Nuevo Gasómetro. San Lorenzo arrastraba cuatro derrotas en cadena y un espiral negativo que amenazaba con devorarse otro técnico. Y ya nadie podía echarle la culpa a los hermanos Romero, ángeles para sus hinchas, demonios para algunos de sus compañeros. A fin de cuentas, los mismos dirigentes que los contrataron decidieron dar de baja sus contratos porque no les podían pagar. Coletazo de una mala gestión de Marcelo Tinelli y compañía.
Sin embargo, se encendió una luz bajo el cielo del Bajo Flores. Y el Ciclón sopló fuerte en el arranque de cada tiempo. Marcó dos goles antes del cuarto de hora en la primera etapa y lo liquidó cuando todavía no se habían disputado cinco minutos del complemento. Entonces, respiró aliviado Paolo Montero, que venía su destino muy parecido a ese book de entrenadores caídos en desgracia durante la novena fecha. Enfrente tuvo la peor versión de Patronato, una de las revelaciones del torneo, es cierto. No deja de ser valioso el triunfo, claro. ¿Será un nuevo punto de partida?
A San Lorenzo se le abrió el arco muy rápido. Sucedió tres minutos después de una serie de pases en campo propio, inocuos porque no se animaba a salir Patronato. Entonces, Alejandro Donatti metió un pase largo para saltar líneas, Andrés Herrera bajó la pelota y Ezequiel Cerutti lanzó un centro venenoso, a media altura, que ningún delantero local pudo conectar. La pelota volvió desde la izquierda y tras un par de rebotes, Uvita Fernández le pegó con la puntita del botín para vencer a Matías Ibáñez.
Entró dormido el equipo entrerriano. Y San Lorenzo consiguió rápidamente el segundo. Un tiro libre de Cerutti que cabeceó Cristian Zapata encontró una gran respuesta de Ibáñez, pero el colombiano no se dio por vencido, fue por la segunda jugada y vulneró al arquero visitante.
El reloj no había cruzado los quince minutos y San Lorenzo ganaba 2 a 0. A bordo de un esquema diferente al que había mostrado Montero en su derrotero azulgrana: 3-4-3 con un particularidad, Gino Peruzzi fue stopper por derecha y Herrera jugó en la mitad de la cancha, fue una suerte “8” y extremo, sumándose a Cerutti, que se cerraba. Del otro lado, Fernández Mercau colaboraba con el retroceso. Y Néstor Ortigoza era salida y distribución. Todo se dio en desplazamientos lentos, claro. Pero suficientes para predominar ante Patronato.
Recién en la mitad del primer tiempo, el conjunto de Paraná comenzó a discutir y ganar la pelota en el medio. Nicolás Delgadillo rotó de posición con Gabriel Gudiño, empezó a tener mayor control Héctor Canteros y Patronato buscó ser profundo con pelotazos cruzados o con algún desborde. No tuvo peso en el área. Un poco por el inexpresivo Sánchez Sosa y otro tanto por el buen trabajo de Zapata, sólido de arriba y abajo.
Di Santo dilapidó el tercero en el epílogo de la parte inicial. Calculó mal Franco Leys, corrió con la pelota dominada desde la mitad de la cancha y cuando quedó en posición de definir ante Ibáñez, pasó la pelota en lugar de pegarle al arco. Decidió mal. Y viajó entre broncas al vestuario.
El “9” tuvo revancha en el arranque del complemento. Cerutti, otra vez clave, penetró en el área y Lautaro Geminiani lo bajó de atrás. Claro penal que Patricio Loustau cobró sin hesitar. Generoso, Ortigoza le cedió el tiro a Di Santo, quien esta vez no perdonó a Ibáñez y configuró la goleada.
A esa altura, Iván Delfino ya había decidido reemplazar a sus dos volantes centrales, Leyes y Brian Nievas. Sumó otro mediocampista (Fabio Vázquez) y un atacante (Junior Arias). 3 a 0 abajo, volvió a mover el banco. Salieron Gudiño y Delgadillo, retrocedió Canteros y apostó a dos rapiditos por los costados, Matías Pardo y Lautaro Comas. Nada funcionó.
Montero oxigenó con algunos cambios. Fernández Mercau se perdió el cuarto ante Ibáñez. Le sobró casi todo el segundo tiempo al partido. Patronato se entregó, corrió, intentó lastimar con alguna pelota parada, pero sólo facilitó la tarea de los centrales. Y terminó festejando San Lorenzo. Por fin, después de tanto sufrimiento.

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