Trueno debutó en el Luna Park con clima
mundialista y reivindicando el «Nunca Más»

Con entradas agotadas, el rapero dio la primera de tres funciones en el Palacio de los Deportes y tuvo de invitados a su novia Nicki Nicole, Dante Spinetta, Peces Raros y Stuart
“Yo no soy de las personas que se olvidan”, se autodefine Trueno y se acerca a su público caminando por la pasarela frontal anexada al escenario. “A este país intentaron destruirlo. Más de 8 mil desaparecidos hubo en Argentina. Ese fue un momento de mierda para nosotros, Brasil, Paraguay, Chile, Uruguay, Colombia, Ecuador, el Caribe, Norteamérica… Todos los latinoamericanos vivimos la misma realidad, pasamos por las mismas injusticias”, les cuenta, textual.
“Somos el futuro que está orgulloso de que las nuevas generaciones dejen el clasismo afuera, el racismo afuera, las divisiones, cada uno con su orientación sexual, su manera de ser como cada uno quiere…”, propuso después. “Con el orgullo y con las dos pelotas bien puestas: por los 30 mil desaparecidos, por la mierda que pasamos, me cago en Videla, me cago en Massera”, corrige. Luego se calzó un pasamontañas y reveló un buzo estampados con la frase que está por utilizar como remate: “Enfrente de todas las cámaras, que lo vea todo el mundo. A la dictadura, a la represión policial y los milicos… Grabalo bien: ¡Nunca más, hijos de puta!”.
En su debut en el Luna Park, el rapero de 20 años se afianzó en el papel de vocero que él mismo asumió sin pedirle permiso a nadie, puso a ejercitar la memoria y le recordó a quienes quieran escucharlo sobre esa brutal herida que marcó a más de una generación, que todavía duele. Fue el preludio del manifiesto “Tierra Zanta”, acaso el pico emotivo y discursivo no solo del show sino también el de su incipiente obra.
Con un registro que pendula entre el Residente de Calle 13 más solemne y el Víctor Heredia más ortodoxo -está en la grabación original del tema y esta noche su voz reapareció en forma de pista-, Trueno apela al inconsciente colectivo para que aflore ese espíritu difuso que conocemos como “la argentinidad”. Casualmente o no, en el puente rítmico de la canción el público coreó esa melodía que Bersuit Vergarabat inmortalizó en la intro de su “Murguita del sur” (y que su gente transformó en un “fiu, fiu, fiu, ¡Bersuit!”), como pasando la posta de la canción protesta argentina.
Al finalizarla, Trueno volvió a despotricar contra “los milicos y el gatillo fácil” hasta que tres cabezas de tortuga lo agarraron por la espalda y lo arrastraron a su camarín. En la represión también la ligaron su papá Pedro Peligro y su amigo KMI 420, escuderos en las tablas desde que decidió abandonar las batallas de freestyle para escribir canciones. El acting cerró con la vuelta de los tres al escenario, en cuero y magullados, para escupir el hardcore explícito “Fuck el police” y ponerle el pecho con música a estos tiempos violentos. “Mi arma ese el micrófono”, había dicho antes.
Afuera y adentro del Luna, un montón de nenes de 4, 5, 7, 9, 11, 14 años iban y venían de la mano de sus mapadres, vistiendo y luciendo el merchandising del espectáculo, del original y del trucho. ¿Disney on Ice? No, una función del Bien o Mal Tour, basado en el disco que editó este año. Así es el grueso del público de uno de los raperos más escuchados de la actualidad, que después de la triada de Gran Rex con el que coronó el 2021, bajó unas cuadras por Corrientes hasta el Palacio de los Deportes para agrandarse.
Pese a lo histórico del hecho, con la imparable expansión del rap argentino en plena conquista de espacios, el fervor de la multitud era indudablemente mundialista y se tradujo en el “muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar” y en la reedición del clásico “el que no salta es un inglés”. “Larga vida al capitán y a la Argentina, papá”, devolvió Trueno después del enésimo “que de la mano de Leo Messi todos la vuelta vamos a dar”.
En Trueno todo es statement. Protegido por un chaleco antibalas, en los primeros dos temas estableció de dónde viene (“Hoop Hoop”, que incluyó on stage el preludio recitado por Pedro Peligro) y quién es él (“Atrevido”). Xeneize desde la cuna, las venas del cuello se le hinchan donde tiene tatuado el puente de La Boca y la mitad de su cabellera rubia luce como mash-up del mechón maradoniano y el flequillo de Martín Palermo.
La enorme pantalla led que le hizo de telón en el inicio se levantó en “Background” para revelar a su big band. Nikko Taranto (batería), Pedro Pasquale (guitarra), Carlos Salas (percusión), Julián Gallo (bajo y sintes), María Armellín y Lolita Fiamma (coros), Augusto Durañona (teclados) y una sección de vientos conformada por Lucas Giré (trompeta), Naza Cácere (trombón), Ezequías Aquino y Christian Terán (saxos), Hernán Martel y Marcelo Schinder (tuba) edificaron la música sobre la que el flow del rapero viajó por sus matices.

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