Verónica Ojeda sobre el encuentro de Dieguito con Maradona: “Fue emotivo ver como él consolaba a su papá”

En medio del conflicto que Diego Maradona mantiene con todo su entorno, apareció la voz que faltaba en esta encrucijada. En una charla con Intrusos, Verónica Ojeda contó cómo se dio el encuentro entre Dieguito Fernando con su padre. De antemano, brindó detalles: ¿surgió volver a hablar con el técnico de Gimnasia?: “El día que la hermana de mi hijo (Dalma) dijo que su papá no lo atendía, que la habían bloqueado, lo llame al número que me pasaron y me atendió Diego, él directamente”, comenzó.

“Lo noté que se quedó sorprendido hasta que le pregunté si quería ver a Dieguito y me dijo: ‘¿Cómo está él?, hace un montón que no lo veo’. Le dije que el nene lo quería ver, que está re grande, divino. Lo que yo quería era primero hablar con él, quería saber cómo estaba la situación, porque tenía un montón de versiones sobre su salud. Entonces, por todo eso, quería hablar, porque estuve 9 años de novia con él y sé cuando está mal y cuando está bien, sé cómo hablar con él para darme cuenta”.

A continuación, dio detalles de cómo congeniaron para que se dé el tan esperado encuentro entre padre e hijo. “La llamada fue un miércoles y combinamos con Diego que el sábado al mediodía yo lo llevaba al nene a su casa. Osea arreglamos el día y la hora. Me dieron la ubicación y no era ese barrio, era otro que me quedaba a 40 minutos de ahí, de la ubicación que me habían dado, me perdí…. Llegué al otro barrio, llegué a la puerta, lo llamo a uno de los asistentes y le dije que estaba en la puerta. Empiezan a dar vueltas, me dicen: ‘espera que le avisamos’ sigo esperando, vino la seguridad a la puerta y me dicen que Diego no me podía atender.

En ese momento su rostro se transformó: “¿Perdón? Yo tenía pactado este encuentro, estoy con mi hijo acá, hace mucho frío y vengo desde Ezeiza. Diego me está esperando, está esperando a su hijo, así que no me vas a decir que no me va a atender. Me vuelven a decir que no me podía atender. En ese momento lo llamo a Diego, no me atiende. Llamé a uno de los asistentes de Diego, que después de hablar con la seguridad del barrio, vienen a la puerta. Realmente me agarró un ataque de nervios: empecé a los gritos, a llorar y les decía que no me iba a mover de ese lugar hasta no verlo. Dieguito, que estaba adentro de la camioneta, quería ver a su papá, él ya sabía que íbamos a verlo.

Todo dio un vuelco cuando una persona intervino: “Fue todo nerviosismo hasta que un hombre de la seguridad del barrio me tranquilizó, me dijo: ‘Vero, no te preocupes, tenés toda la razón, yo tengo hijas de la edad de tu hijo, yo te lo voy atraer a Diego acá‘. Repito: la seguridad de Diego no me dejaba ingresar y la del barrio es la que me ayudó. Incluso, cuando el hombre que me ayudó fue hasta la puerta de Diego, se enfrentó con ese tal Charly. Esta persona le dijo que Diego no iba a salir de la casa y el señor este que fue un amor conmigo, le dijo, textual: ‘Guacho, salí de acá porque a Diego su hijo lo está esperando en la puerta con su mamá‘. Llegó hasta dónde estaba Diego y le dijo que su hijo lo estaba esperando en la puerta. Ahí se paró Diego y el de de seguridad del barrio lo subió a su camioneta y lo llevó hasta donde estábamos”.

¿Cómo fue el encuentro?

“La persona del barrio que lo fue a buscar me llamó y me dijo que lo siguiera, que iba a ir a un lugar para que pudiéramos hablar tranquilos. A todo esto, Diego estuvo todo el tiempo con un seguridad que no nos dejó solo en ningún momento. Cuando le pregunté, me dijo que tenía órdenes de no dejarlo solo, cuando por protocolo, por el coronavirus, no podíamos estar todos amontonados en la camioneta”, comentó.

A continuación, contó detalles minuciosamente sobre el encuentro entre padre e hijo. “Entré yo a la camioneta, lo saludé, le pregunté cómo estaba y me dijo que estaba cansado, aburrido y depresivo por la situación que estamos pasando, de estar todos encerrados por la cuarentena. Le pregunté si estaba fuerte para verlo a su hijo y darle un abrazo y me dijo que sí”.

Con las ganas de Maradona de ver al nene, Verónica siguió con lo pautado: “Ahí le traje a Dieguito y lloró mucho cuando lo vio. Antes de eso, Cuando fui a mi camioneta pedí que no tocaran a mi hijo, lo alcé, hacía un frío y viento terrible, y lo llevé yo hasta Diego. Cuando se vieron, se abrazaron fuerte, Diego estaba llorando. Dieguito se sentó en el apoyabrazos, de frente al papá, lo miró y le dijo: ‘Papá, ¿estás vivo?’. A Diego se le vuelven a llenar los ojos de lágrimas y le dijo que no dijera así. Ahí Dieguito dice: ‘Papá no se va a morir?, ahí salgo yo y le digo: no, no se va a morir papá. Le dije que lo disfrutara porque su papá estaba bien y ahí Dieguito también se puso a llorar de una manera terrible. Ahí me quebré yo también, fue muy emotivo todo, pero también triste. Verlo a mi hijo, como lo estaba consolando a su papá, teniendo 7 años, fue fuerte”.

Mucho más tranquilos y aliviados, se pusieron a conversar. Fue una manera de ponerse al día y de lavar culpas. “Dieguito le empezó a contar cosas de él; de su terapia, de cómo le iba en la escuela. Le contó cuál es su amigo en la escuela y Diego lo miraba con cara de ternura. Diego se disculpó y le dijo: ‘Hijo, te pido disculpas por todos estos años, por no estar con vos. Yo sé que vos estás bien, pero yo siempre hago lo mismo’. Mientras le hablaba, no paraba de llorar, y Dieguito lo miraba y le decía que estaba bien, que no se ponga así. En eso momento Dieguito estaba acongojado, y me metí y les dije que no lloraran más y que disfrutaran del momento. Le hablé a Diego, le dije que lo que importaba era que estaba con su hijo. Le dije: ‘No tenés que permitir que nadie corte esta relación’. Ahí Diego me preguntó por qué no se lo había llevado más. Yo le dije que no me alejé, que me habían cortado el dialogo con él y quedamos en seguir hablando”.

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