Preocupación por el deterioro del Puente Blanco: piden mejoras de manera urgente

El Puente Blanco, ubicado sobre la Ruta Nacional N°11, presenta un estado de deterioro tan avanzado que genera creciente preocupación entre conductores y vecinos. Se trata de una estructura clave para la circulación diaria en la capital formoseña, que desde hace años viene siendo reparada con simples “parches” mientras se multiplican los reclamos por una intervención estructural definitiva.
Desniveles peligrosos, baches profundos, fisuras, guardarraíles rotos, falta de iluminación y nula señalización son algunas de las fallas que transformaron a este puente en un riesgo latente para todos los que lo transitan. A esto se suma una larga lista de siniestros viales —algunos de ellos fatales— que podrían haberse evitado con un mantenimiento adecuado y una planificación vial responsable.
“Es milagroso que todos los días no haya muertos en ese maldito puente todo roto. Es un desastre. Dios pone su manto de protección todos los días ahí”, expresó un vecino en redes sociales, reflejando el malestar generalizado ante la inacción de las autoridades.

Una vía crítica, en
condiciones críticas

El Puente Blanco no es una estructura secundaria ni poco transitada. Forma parte de la Ruta Nacional 11 y es utilizado diariamente por miles de vehículos, incluidos camiones de gran porte, colectivos urbanos, interurbanos, de circulación nacional e internacional, motocicletas y peatones.
A pesar de su importancia, el puente no recibe un mantenimiento integral desde hace tiempo, y las “soluciones” aplicadas hasta ahora consisten en reparaciones superficiales que duran pocos meses y vuelven a romperse al primer temporal o al paso constante del tránsito pesado.
“¿Cuándo van a arreglar ese puente?”, se preguntan con frustración quienes deben atravesarlo todos los días. El deterioro no solo es visible, sino también peligroso: el desnivel en los accesos al puente provoca constantes accidentes, y las barandas laterales, oxidadas y en muchos tramos inexistentes, no ofrecen ningún tipo de contención.

Tragedias que
podrían haberse evitado

A lo largo de los años, varias personas han perdido la vida en accidentes ocurridos en este puente, ya sea por despistes, colisiones o caídas. Los testimonios dan cuenta de una sensación compartida de hartazgo e impotencia.
“Todos los días vemos cómo se caen motos o revientan cubiertas por los baches. Es una vergüenza que nadie haga nada. Siempre lo arreglan con un poco de asfalto y pintura, y al mes vuelve a estar igual o peor”, aseguró un conductor habitual de la zona.
Además del mal estado estructural, la oscuridad durante la noche y la falta de señalización son factores que agravan aún más la peligrosidad del puente. “A eso hay que sumarle el pésimo estado del Puente Blanco, la poca iluminación de noche y la falta de señalización. Los guardarraíl son un peligro por sí solos”, dijo una vecina del barrio cercano.

No solo el puente:
imprudencia y falta de control

Aunque gran parte de la responsabilidad recae en el abandono de la infraestructura, la falta de controles viales y la imprudencia de muchos conductores también son parte del problema.
“Los conductores andan como locos, no respetan las normas viales”, comentó un testigo de varios incidentes. Sin embargo, incluso respetando las reglas, es imposible evitar el peligro cuando el camino mismo está en ruinas.

Reclamos ignorados
y ausencia estatal

A pesar de los numerosos pedidos realizados a organismos como Vialidad Nacional y al Gobierno Provincial, la situación sigue sin respuestas concretas. El puente continúa en condiciones deplorables y no existe, al día de hoy, un anuncio oficial sobre obras de reparación integral.
Mientras tanto, las denuncias de los vecinos se acumulan en redes sociales y medios locales. La sensación general es de abandono, y la preocupación crece a la par del riesgo.
“Es un punto crítico, y todos lo saben. No entendemos por qué nadie hace nada. ¿Tiene que morir otra persona para que lo arreglen?”, se preguntan desde una organización vecinal.

Una intervención urgente,
no un parche más

El caso del Puente Blanco no admite más postergaciones. No se trata solo de arreglar baches o pintar barandas. Se trata de garantizar la seguridad de miles de personas que lo transitan a diario. Se necesita una intervención urgente, estructural, seria y duradera.
La vida de los ciudadanos no puede depender del azar ni de la suerte de que “no pase nada hoy”. El tiempo de los parches ya pasó. Ahora, lo que se necesita es decisión política, inversión real y responsabilidad institucional.

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