«Cuando conocí la Armada Argentina,me encantó desde el primer momento»

El formoseño Ramón Gustavo Pérez es Suboficial Mayor Buzo Táctico de la Armada Argentina. También es un apasionado por el paracaidismo, la fotografía aérea profesional y es piloto tándem. Todos lo conocen como «Perico Pérez” y con 33 años de servicio, hoy es Suboficial de Unidad en la Escuela de Buceo en Mar del Plata. Cuenta que la Armada Argentina le ofreció una aventura que él devolvió con creces.
Su pasión por el paracaidismo llevó este año al Suboficial Mayor Buzo Táctico Ramón Gustavo Pérez al aeródromo del Ejército Argentino en La Mezquita, Córdoba, con la misión de captar imágenes para el Récord Argentino 60 Way Boogie, en el marco del Campeonato Militar de Paracaidismo de Precisión y los festejos por los 80 años del Paracaidismo Argentino.
También, como Jefe del Equipo Argentino de Paracaidismo participó del VI Campeonato Latinoamericano de Precisión Clásica, realizado en la ciudad de Ypacaraí, República del Paraguay, en el que obtuvieron el segundo puesto en la competencia.
“Perico” Pérez ingresó a la Armada en 1988 para cumplir con el Servicio Militar Obligatorio, y aún tiene presente en su memoria el número del sorteo: el 997, que lo ubicó en las filas de la Infantería de Marina; y es así como dejó Formosa, su provincia natal. En la Armada, se encontró con un jefe coterráneo y con un familiar que era Cabo Segundo, quien quería ser Buzo Táctico.
Luego del Servicio Militar, el 5 de marzo de 1990 ingresó al cuadro permanente de la Armada, egresando con la jerarquía de Cabo Primero, como le sucedía en aquella época a quienes ya contaban con el título secundario. Terminó su formación en la especialidad de Operaciones y su primer destino fue, en 1991, el destructor ARA «Hércules». Le siguieron la corbeta ARA «Espora» y la Segunda División de Corbetas, donde se postuló para hacer el curso de Buzo Táctico.
Pérez, quien se autodefine inquieto, reflexiona: «Desde que uno toma la decisión de ingresar a una fuerza militar, creo que tiene un espíritu de aventura en la sangre o en la mente. Vengo de Formosa, donde nuestro juego era nadar en el río y hacer actividades en la naturaleza». Sin embargo, aclara que hasta el momento de la conscripción no había pensado en ser parte de alguna Fuerza.
«Cuando estaba en el secundario mi intención era seguir odontología, pero me salió el sorteo para la conscripción y conocí la Armada de casualidad», dice, aunque reconoce un amor por la Patria legado por sus abuelos, ambos ex combatientes de la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia, de 1932 a 1935. Esta semilla impulsora, junto a buenos referentes y su incipiente experiencia, lo guiaron a la Escuela de Suboficiales de la Armada y, más tarde, a la Escuela de Buceo.
Si bien su estado físico era óptimo y con un alto nivel de entrenamiento, fueron muchas las exigencias y las dificultades que tuvo que superar para obtener la boina marrón de la Agrupación Buzos Tácticos (APBT). “Cuando vine a hacer el curso, ya era buzo de dos estrellas e integraba el equipo de tiro de la Armada, tenía algunos conocimientos que me ayudaron y, sin embargo, en mi vida nunca imaginé tener tanto sueño, tanto frío y tanto cansancio. Yo sabía que era una etapa que tenía que superar para alcanzar esa boina”.
Su mayor sorpresa fue al realizar el primer salto al vacío con 27 años, el 30 de julio de 1997; era el salto que lo convirtió en paracaidista y también en fotógrafo aéreo profesional. Relata, con un dejo de picardía, que se animó a llevar una cámara escondida entre la ropa e hizo varios disparos en el aire. “Ahí me dije: Esto es lo mío; qué bueno que está; esto me gusta y me apasiona”.
Con el correr del tiempo fue practicando el paracaidismo y la fotografía en la APBT y también en el ámbito civil, donde aprendió cómo plegar paracaídas, tarea con la que pagaba sus saltos y adquiría equipo propio. También obtuvo una amplia experiencia, la que supo transmitir a sus compañeros de la Agrupación, como Encargado de los grupos operativos. “El aporte fílmico es interesante para corregir muchos errores”, destaca el Suboficial Pérez.
En 2006 regresó a la Escuela de Buceo para enseñar lo aprendido como Instructor; luego volvió a la APBT como Encargado del Cargo Paracaidismo y a partir de 2018 se desempeñó como Jefe del Cargo Paracaidismo de la APBT. Actualmente, por tercera vez, presta servicios en la Escuela de Buceo, esta vez con la máxima jerarquía y mayor responsabilidad como Suboficial Mayor y Suboficial de Unidad.
“Ahora que lo pienso en retrospectiva, cuando conocí la Armada me encantó desde el primer momento. La carrera militar demanda responsabilidad, compromiso con el servicio, el deber de prepararse, capacitarse, y adiestrarse; y soy un convencido de que te tiene que apasionar; esto no lo podés hacer por obligación”, sentencia.
“Siempre fui ordenado, aplicado, responsable, y cuando me proponía algo, hasta que no lo lograba no me lo sacaba de la cabeza. Creo que, si uno está convencido de lo que quiere hacer, lo va a lograr”, explica y así transmite su pasión, buscando ese punto de conexión con la actividad y llevándola a un nivel cada vez mayor con la práctica.
Logró ser paracaidista, instructor, piloto tándem, tanto militar como civil; plegador, reparador menor y mayor de paracaídas, e inspector. No sólo salta, adiestra y comparte su experiencia. También fotografía los saltos de otros; es Juez Nacional, Latinoamericano e Internacional de Paracaidismo y Coach de la United States Parachute Association.
Hoy proyecta llevar el paracaidismo a su ciudad natal, a las aulas de la Escuela José Manuel Estrada y de la Escuela Nacional de Comercio que lo vieron crecer.

Últimos desafíos representando
a la Armada Argentina

El 11 de octubre pasado, durante el Campeonato Militar de Paracaidismo de Precisión y los festejos por los 80 años del Paracaidismo Argentino realizado en Córdoba, entre otras actividades, profesionales militares y civiles buscaron una nueva marca nacional para el récord argentino 60 Way Boogie, con 64 personas en el aire manteniendo una figura en flor.
Perico explica que “si la figura de flor humana se lograba, debía mantenerse por al menos tres segundos; y, si no se lograba, no había margen para demasiados intentos antes de que la altitud los obligara a abrir los paracaídas”. En esta oportunidad, la flor no se logró, pero el entusiasmo está intacto y los llevará pronto a un nuevo intento.
Para el Suboficial Mayor Pérez, la experiencia comenzó al saltar desde un avión C-130 Hércules de la Fuerza Aérea Argentina un segundo antes del resto de los paracaidistas, ya que su misión era captar las imágenes del récord.
En el aire tomó fotos de los 64 paracaidistas que, uno a uno, fueron dejando el avión para incorporarse a la formación en el aire. Él se ubicó por encima de la figura, sin perder el foco, buscando el mejor ángulo, a 5 mil metros de altura, en caída libre, y a más de 200 kilómetros por hora, manejando con la boca el disparador de la cámara. Una experiencia increíble.
Su último y nuevo desafío fue en la ciudad de Ypacaraí en Paraguay, donde se desarrolló el VI Campeonato Latinoamericano de Precisión Clásica, del 20 al 26 de noviembre pasado.
Pérez participó como Jefe del Equipo Argentino de paracaidismo integrado por los paracaidistas Fernando Conil y Sergio Williman del Ejército Argentino; Federico Toscano, Sergio Dalcol y Mariano Gutiérrez, paracaidistas civiles oriundos de Alta Gracia, Baradero y Bellville, respectivamente.
Esta vez, el desafío fue el aterrizaje de precisión, donde los paracaídas son dirigibles en su totalidad. Cada año la competencia convoca a equipos representativos de diferentes países y el equipo argentino logró quedarse con el subcampeonato detrás de Brasil. Otra gran experiencia que suma el Suboficial Mayor Buzo Táctico Ramón Gustavo Pérez a su carrera y trayectoria.

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