Grease, el éxito donde nació el amor trunco de John Travolta y Olivia Newton, y la amistad que solo interrumpió la muerte

Ella era una desconocida cantante y él, el actor del momento que había protagonizado Fiebre de sábado por la noche. Los convocaron para un musical en el que pocos creían pero que se convirtió en un suceso de taquilla y unió a los protagonistas para siempre
Si se le pregunta a uno de los productores de Grease que es lo que destaca de esa película estrenada en 1978, seguramente dirá que costó seis millones de dólares pero que ganó 400. Si se le pregunta a algún crítico de cine qué escribió sobre esa comedia musical contará que el guion apenas existía, que el director no estuvo muy inspirado y que las coreografías se limitaron a imitar los musicales de antaño. Un adulto de hoy, adolescente de ayer, recordará que en ese momento soñó estar con esos protagonistas que bailaban, cantaban, todo mientras se enamoraban. Pero si le preguntan a John Travolta qué se llevó de esa película, no será la fama que alcanzó ni la plata que ganó sino que allí comenzó su amistad eterna con Olivia Newton-John.
Grease está basado en un musical que cuenta la historia de Sandy Olsson y Danny Zuko. Ambos se enamoran en unas vacaciones de verano, pero cuando se vuelven a encontrar en la escuela, el muchacho prefiere mantener su imagen de recio que mostrarse como alguien tierno y enamorado de la dulce Sandy. A su vez la muchachita sufre una transformación de inocentona a chica hot. No hay que ser un experto guionista para saber cómo termina la historia.
Para encarnar a Danny, los estudios no dudaron en convocar a Travolta. Era el actor del momento: venía de protagonizar Fiebre de sábado por la noche donde había demostrado que bailaba bien, actuaba y podía ser la fantasía de miles de adolescentes. Además, unos años antes formó parte de la versión teatral de Grease pero en un personaje secundario. Todo cerraba.
Había que encontrar a la coprotagonista. La primera opción fue Carrie Fisher, pero no convenció, lo mismo sucedió con Marie Osmond. Travolta decidió recomendarles a Olivia Newton-John que hasta ese momento solo era conocida como cantante de música country. “Tenía una voz extraordinaria, y pensé que no podría haber nadie más adecuado para el personaje de Sandy en todo el universo”, contaría el actor años después. Además le fascinaba esa mezcla de Marilyn Monroe con amiga angelical que irradiaba la australiana.
La actriz narró en su biografía que cuando se encontraron en el set de Paramount en Los Ángeles, la atracción fue innegable. “John salió. Nuestras miradas se cruzaron. Cuando entramos juntos en la habitación, fue mágico, y todo el mundo lo vio. No podían negar nuestra química”.
Aunque encandilada con el protagonista y halagada con la propuesta, Olivia dudaba en aceptar el papel. Había cumplido 28 años y no le parecía creíble encarnar a una adolescente diez años menor. Un productor le explicó que eso no era problema: por un lado la iluminarían con un foco suave como truco rejuvenecedor y por otro, todos los actores hacía rato que habían dejado la época de los granitos y la escuela secundaria. Le puso como ejemplo a Michael Tucci (Sonny) con 31; Jamie Donnelly (Jan) de 30; Annette Charles (Cha Cha DiGregorio) de 29 y Travolta, 23. El más jovenzuelo del grupo era Lorenzo Lamas y ya había cumplido 19.
La segunda duda de Olivia fue que en el texto original, todo transcurría en Chicago, Sandy era una chica estadounidense católica de origen polaco de apellido Dumbrowski. Explicó que ella había nacido en el Reino Unido, pero desde los cinco años vivía en Melbourne y su acento australiano era muy notorio. El productor Allan Carr solucionó el problema cambiando el guion. Su Sandy sería una estudiante australiana recién llegada a Los Ángeles. Olivia deslizó que tampoco tenía experiencia como actriz, pero a los productores no les importó. Con esa cara angelical pocos se fijarían si actuaba bien o no al fin de cuentas era una comedia pasatista y no un drama de Shakespeare.
Desde el comienzo se notó que el estudio no apostaba mucho por la película. El presupuesto era muy escueto, apenas seis millones de dólares, y el tiempo de filmación asignado no superaría los dos meses. Carr además era un productor tan excéntrico como osado. Vaya un ejemplo. Para el papel del entrenador Calhoun decidió llamar a Harry Reems, que se había hecho famoso por participar en Garganta profunda. Paramount le prohibió contratarlo porque una cosa es que no te preocupe mucho el proyecto y otra contratar a un actor porno en un producto adolescente, algo que más que osado era desubicado. Así que Carr a regañadientes sacó a Reems del proyecto y también sacó 5 mil dólares de su bolsillo para resarcirlo.
En junio de 1977 empezó el rodaje en el instituto Venice de Los Ángeles. La locación contradecía en todo a la obra original que se desarrollaba en las ciudades industriales del este y el medio oeste estadounidense. En el guion original los protagonistas vivían su romance en un ambiente hostil de peleas y rivalidades, pero Carr pensó que eso era demasiado denso y que la gente solo quería ver a Travolta y Newton- John enamorarse entre canciones alegres, pegadizas y sin drama. Al fin de cuentas un poco de “tontol” nunca viene mal porque para dura ya está la realidad. Acortó diálogos, sacó peleas y agregó pegadizas canciones que resultaron una verdadera sorpresa. ”Hopelessly Devoted To You” fue añadida después del rodaje. Es que recién en edición los productores se dieron cuenta de que Sandy no interpretaba ni una balada en toda la película. La compusieron a toda prisa, filmaron la escena y la incluyeron en el metraje final. Luego acabaría siendo nominada al Oscar a la mejor canción original. No lo ganó, pero casi.
Otra incorporación fue “You’re The One That I Want”, el tema en el que se ve la transformación de Sandy se convirtió en la secuencia más recordada de la película. Compruébelo el lector en este video e intente no mover los pies escuchando el tema. Un detalle más: Olivia conservó los pantalones hasta noviembre de 2019, cuando los entregó a una subasta solidaria para recaudar fondos junto con la chaqueta de cuero. El lote alcanzó más de 400 mil dólares.
Aunque la filmación duró poco, no fue sencilla. Se grabó en verano y con un calor agobiante. La coreografía de la escena del baile en la escuela fue durísima. Rodada durante cinco días, el elenco debía bailar con trajes de manga larga o vestidos ajustados sin perder gracia ni sonrisa en un sofocante gimnasio con ventanas cerradas. Algunos pensaban que hasta rodar en un sauna era menos tortuoso. Las jornadas terminaban con los actores agotados y hasta desmayados. Aunque no tan extremo también debían mascar chicle todo el tiempo porque se consideraba que eso hacían los adolescentes. Entre extras y actores principales mascaban cinco mil por día, por lo que se consumieron en total cerca de 100 mil chicles. Nunca trascendió dónde los arrojaban y si además de seguro médico tenían seguro dental.
En medio de una filmación con mucho de improvisación, Travolta pronto demostró por qué se convertiría en uno de los hombres más importantes de la industria. “Lo rodeaba una energía como nunca he visto antes —contó Dinah Manoff, que en la película interpretaba a Marty, una de las Pink Ladie—. Ni siquiera era carnal. No he vuelto estar junto a alguien cuyo carisma estuviera en su punto álgido de esa manera. No soy capaz de describírtelo. Ninguna otra estrella de cine con la que yo haya tenido contacto irradiaba tanta energía como él en aquella época”.
Aunque disimulaba, todos sabían que no eran tiempos fáciles para Travolta. Unos meses antes su gran amor, la actriz Diana Hyland, había fallecido en sus brazos. De hecho aceptó filmar la película porque le permitía concentrarse en otra cosa que le permitiera aliviar un poco el dolor. En medio de esa tristeza pronto notaron “la intensa y mágica atracción” que las dos estrellas sentían la una por la otra.
En su biografía, la actriz todavía recuerda la reacción de su compañero el día que ella entró en el set de filmación con su pelo rizado, su lápiz de labios rojo y sus pantalones ajustados. “Hubo jadeos, gritos y muchos silbidos. John estaba grabando una canción y yo me pavoneé en el set. Dejó de cantar a mitad del tema, cuando su cabeza se levantó y sus ojos se abrieron. ‘¡Cuéntame más, cuéntame más!’, gritó. Nos reímos mucho. Era exactamente la reacción que yo quería de él”.

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