Ya es casi natural que en las campañas electorales aparezcan actitudes agresivas que se reflejan no sólo en expresiones injuriosas sino, también, en ataques y en destrucciones a las cartelerías, pasacalles y vandalismo sobre los rostros impresos en tales propagandas.
Ya fuimos testigos de que varias agrupaciones o sublemas debieron presentar denuncias ante la Justicia Federal por la destrucción de cientos de carteles de campaña en diversos puntos de nuestra ciudad, y de la provincia, por considerar que esos hechos constituyen “violencia política”.
Las quejas se van sumando, desde denuncias mediáticas con videos caseros mostrando camionetas “asaltadas” por agrupaciones de distinto color político, hasta actos vandálicos que podríamos denominar “misoginia” o ataques por ser mujer como reflejan los últimos ataques a los carteles en los que aparecía la foto de la candidata a intendenta “Petu” Argañaraz, quien “le cortaron la cabeza” en varios de los pasacalles y cartelería.
Está claro que quienes concretan estos ataques no se muestran predispuestos a crear un clima político de respeto hacia quienes no piensan como ellos. De allí que deba esperarse que la Justicia actúe con prontitud para individualizar a los responsables y aplicarles las sanciones que correspondan.
Este tipo de actos merece el más enérgico repudio de toda la sociedad y resulta primordial que desde todos los sectores se alcen voces para condenar el accionar de quienes buscan por esta vía atentar contra pautas básicas de la convivencia civilizada
