Jesica Cirio recordó el momento más difícil que vivió con Martín Insaurralde

En diálogo con Teleshow habló de la nueva temporada de La Peña de Morfi: “Dejo toda la energía en el programa; termina y soy un trapo”. Además dejó un mensaje de empoderamiento para su hija Chloé y las futuras generaciones de mujeres
La semana pasada comenzó la temporada 2021 de La Peña de Morfi (Telefe), todo un clásico de la televisión argentina de los últimos años, que cada domingo aporta música, diversión y recetas a la hora del almuerzo en las mesas familiares de todo el país. De la primera emisión del año participaron Luciano Pereyra, Karina La Princesita, Diego Torres y Migrantes, con Gerardo Rozín y Jesica Cirio como anfitriones.
“Esta es mi cuarta temporada de La Peña…. La verdad es que estoy super feliz de volver a reencontrarme con mis compañeros, de reencontrarme con la gente del otro lado y también con los artistas, ¿no? Porque el año pasado, por toda la situación de la pandemia, no tuvimos la posibilidad de tenerlos en vivo, de sentir su música, y esa es un poco la esencia de nuestro programa. Para nosotros, es un placer enorme. Es un programa que, de verdad, lo disfrutamos y eso tratamos de que sienta la gente del otro lado: que los acompañamos durante todo el domingo durante esas reuniones de familia”, le dijo Jesica Cirio a Teleshow sobre esta vuelta.
Acerca del rol que el programa cumplió durante el 2020 pandémico, Jesica dice que “en un momento tan difícil que vivió el mundo pero en especial nosotros, los argentinos, creo que logramos transmitirle algo lindo a la gente, un poco de alegría ante tanta incertidumbre, tanto sufrimiento. Creo que les alegramos los domingos y esa es nuestra meta. Nos divertimos nosotros primero para hacer divertir a la gente y que ese ensamble se note y se disfrute”.
Respecto a la química que se da en el set y atraviesa la pantalla, Cirio considera que “todos hacemos un conjunto muy lindo, es un programa muy festivo, realmente. Estamos siempre super arriba. Yo, te juro, arranco muy temprano los domingos, llego al programa y cuando termino, es como que dejo toda la energía ahí: termina y soy un trapo, porque es como que lo di todo. Y es eso, son muchas horas y es un desafío constante, minuto a minuto, porque pasan cosas: es un programa en vivo, es lo normal, así que es como que te mantiene en tensión”.
También tuvo palabras elogiosas para el conductor, Gerardo Rozín: “Es una persona que admiro muchísimo, que es extremadamente talentoso y es un pulpo, está en todo: en la producción, la dirección, está en el vestuario, está viendo cómo me siento, si estoy bien, cómo está el otro… está realmente en todo, es el gran padre”, dice Jesica.
—¿Qué sentiste al comenzar a trabajar en La Peña…?
—Me pasó que me reencontré con mi infancia. ¿Por qué te digo esto? Yo vengo de la rama de la danza, estudié danza clásica desde muy chica. Y teníamos folklore, que quizás hoy se ve menos el estudio del folklore y es algo que yo lo mamé de muy chica. Durante muchos años, después, como que fue algo que desapareció en mi vida. Y por el programa, volver a reencontrarme con esa música, con nuestra música, con nuestras raíces, para mí fue muy fuerte porque me revolucionó un poco toda mi vida. Fue hermoso y año a año el programa fue mutando, fue creciendo, pero siempre con la misma esencia. Nos fuimos abriendo a la música: vinieron desde bandas de rock, de cumbia, de todo… tenemos un abanico enorme, somos el programa de la música hoy, y gracias a los artistas, porque ellos nos pusieron ese título y son los que hacen que nuestro programa siga así, tan vigente y tan querido por la gente.
—¿Alguna vez te imaginaste ser parte de un programa de corte familiar como este?
—No, no me imaginaba estar al frente de un programa así. Pero siempre soñé con hacer algo que tenga que ver con el baile, la música y las cosas que me gustan. Creo que me llegó en el momento justo, después de haber tenido la posibilidad de experimentar diferentes rincones, desde el teatro, la comedia, programas de baile, realities. Me llegó en un momento de mucha madurez, en el que ya estaba bastante asentada en el medio: arranqué a los 17, era una mini; ahora estoy a punto de cumplir 36. Me siento realizada y muy preparada para estar en este lugar y lo logré con mucho esfuerzo, después de remarla constantemente, siempre soñar y sacrificarse. Porque yo creo que sin sacrificio y sin constancia, no hay absolutamente nada.
—Después de tantos años de carrera, ¿cómo te llevás con la exposición y todo lo extra que no tiene que ver específicamente con tu trabajo?
—¡Ya me acostumbré! Pensá que yo arranqué a los 17, aunque de los 11 hasta los 13 estuve en un programa de televisión con las Trillizas de Oro. Después dejé y volví a los 17, 18. Y mi vida fue eso, siempre fue en un canal de televisión, un teatro, un evento, un desfile. Y nunca renegué del: “Uy, mi vida privada”, porque también es parte de eso. Esa búsqueda de tener un lugar en el medio tiene un montón de beneficios, como todos los trabajos, y tiene también sus cosas en contra. O no en contra: depende de como lo tomes. Yo siempre me lo tomé muy relajada, es así, que hablen. Nunca me afecto, excepto algunos momentos. Uno va marcando su destino. Si bien en un principio no sabía manejar bien esas cosas, con los años fui aprendiendo y fui puliéndome.
—Recién hablabas que el 2020 de La Peña… estuvo signado por la misión de contagiar alegría durante la pandemia. ¿Cómo viviste el momento en que tu marido Martín Insaurralde contrajo coronavirus? ¿Cómo fue tener al virus en casa?
—La verdad es que fue un momento espantoso. Como fue uno de los primeros que se contagió y todavía desconocíamos a este maldito virus, fue horrible, triste, angustiante. Todo junto. Pero a la vez, yo tenía que estar bien porque la tenía que cuidar a mi hija Chloé y de repente se lo llevaron a Martín a la clínica y yo tenía que ser el sostén de lo que es lo más importante para mí, que es mi hija. Fue todo muy angustiante y, a la vez, tenía que estar feliz y contenta para ella. Fueron 11 días fatales, de los peores de nuestra relación. Fue tremendo pero, gracias a Dios, tuvo un final feliz, salió todo bien y volvió a casa. No quiero hablar de lo mal que la pasé, porque sé que hay gente que la pasó peor que yo. Soy una privilegiada: Martín salió bien, que estamos bien, de que la familia está unida… siempre miro lo positivo.
—Hace unos días hiciste un posteo por el Día Internacional de la Mujer en el que le dabas fuerzas a Chloé para que a futuro sea una mujer libre. ¿Cuáles son los desafíos a la hora de criar una hija mujer en este mundo?
—Mirá, no fue un día para festejar, sino para reflexionar. Creo que la mujer está ganando cada vez un lugar más importante y ganamos algunas batallas, pero sé que nos quedan muchas por ganar. Y creo que es eso lo que le inculcaría a mi hija: que siempre tenga la voz sobre lo que quiere, sobre lo que siente, que se imponga sobre las cosas que quiere. Y que luche, pero que luche muy fuerte y con muchas ganas por las cosas que ella creé. Creo que eso es básico. Tiene que tener su voz, ser independiente y hacer lo que ella sienta, siempre. Y mucha comunicación. Creo que lo más importante con nuestros hijos es la comunicación, es la charla. Más allá de la educación que reciba en el colegio, creo que ellos nos escuchan a nosotros. Y este momento, hasta los 5 años, ellos son una esponja que absorben todo y todo retiene y todo les queda. Y creo que nosotros, como padres, nuestra responsabilidad es acompañarlos con tiempo y con nuestra voz.

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