Pese a la baja de tasas, todas las señales apuntan a que el dólar seguirá planchado hasta junio

Los dólares financieros se plantaron en la zona de los $1.000 y todo indica que permanecerán allí un buen tiempo. La nueva baja de la tasa de política monetaria (que pasó de 80% a 70% anual) no luce como decisiva para torcer la tendencia, al mismo tiempo que otros factores hoy lucen mucho más potentes para que las cotizaciones se mantengan planchadas.
La mayor liquidación de divisas por la cosecha gruesa se empezará a sentir con más fuerza en un par de semanas. Si bien la primera consecuencia es que el Central acelerará la acumulación de reservas, no es la única. Como un 20% se puede liquidar a través del contado con liquidación (mejorando el tipo de cambio que perciben los exportadores), ese aumento de la oferta tendría un volumen demasiado grande, manteniendo bajo control a los distintos dólares financieros, incluyendo al libre.
Por otra parte, el aumento del grifo para compensar con mayor demanda en el mercado cambiario se va dando a cuentagotas. El Central permitió que las Pymes accedan a dólares para importar a un plazo de 30 días y ya no de 120 como era hasta ahora. Sin embargo, no es suficiente para equiparar las exportaciones que serán liquidadas por CCL y que en las próximas semanas se ubicarán en unos USD 50 millones diarios.
Este desbalance entre oferta y demanda de dólares no es lo único que mantendría adormecidas las cotizaciones. La brutal contracción monetaria en términos reales que está sucediendo es tanto o más potente que lo anterior.

Sin combustible monetario

Al mantener la base monetaria casi sin aumento a pesar de la inflación acumulada del 51% en solo tres meses, el Banco Central no solo apura la desaceleración de la inflación sino que además le quita combustible a cualquier presión que pueda suceder sobre el tipo de cambio.
El resto del trabajo lo hace la recesión y la caída de los salarios, que según distintas estimaciones se ubicaría en un brutal 19% en los últimos tres meses. Esto ha llevado a que mucha gente y empresas tengan que salir a vender dólares o a desprenderse de stock para afrontar gastos. El propio Javier Milei habló de “sacar los dólares del colchón” para reemplazar la incipiente escasez de pesos.
La baja de tasas definida por el Central principalmente agudiza la “licuadora” de pesos. Por un lado reduce la emisión para pagar los pasivos remunerados, pero al mismo tiempo también descapitaliza a los ahorristas, que desde ahora van a cobrar una tasa inferior al 4,5% mensual, cuando la inflación todavía se mantiene en niveles de dos dígitos.

En dólares, solo bonos

Aún así, es improbable que haya un fuerte traspaso a dólares. Esto sucede además porque las empresas siguen “encepadas”; o sea, tienen prohibido el atesoramiento en moneda extranjera, aunque sí pueden comprar bonos en dólares, tanto del Estado como de empresas.
Un informe en el cierre de la semana de la consultora Equilibra da cuenta de este fenómeno y sus consecuencias: “Entre marzo y noviembre el tipo de cambio real oficial subió 26%, mientras que el calculado por el contado con liquidación lo hizo en 36 por ciento. La contracara de la suba del tipo de cambio real y de los precios regulados es el desplome de los salarios”.
En otras palabras, Argentina se encareció fuertemente y muy rápido en dólares, pero los salarios están muy lejos de haberse recuperado de la misma manera. Estas tensiones continuarán presentes en los próximos meses.
La fuerte apreciación del tipo de cambio es observada con preocupación por el FMI y seguramente será uno de los temas de debate con el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, quien viajará esta semana a Washington para participar de la reunión de Primavera del organismo.
“Si persiste el ajuste de 2% mensual del dólar oficial y se materializan los incrementos de precios regulados, a fines de junio el Tipo de Cambio Real Multilateral finalizaría casi 15% apreciado frente al promedio histórico y poco más de 25% debajo del equilibrio señalado por el FMI”.
El Presidente ya habló de este tema con el director del Hemisferio Occidental del Fondo, Rodrigo Valdés, en la corta visita de este a Buenos Aires. Es posible que el organismo insista esta semana con su preocupación ante lo que ellos entienden es otro episodio de fuerte atraso cambiario. Esos episodios en general no terminan bien en la Argentina. Pero Milei ve las cosas diferentes y cree que es parte del proceso de “dolarización endógena” que se está produciendo aceleradamente.

Inflación a la baja

El fuerte control de las variables monetarias está acelerando la caída de la inflación. Aunque en marzo fue de 11%, la que mira con más atención el Gobierno ya está en un dígito, en 9,4 por ciento. Se trata de la denominada inflación núcleo, que no incluye precios regulados (es decir tarifas de servicios públicos) ni factores estacionales (como la suba de verduras o frutas, muy dependientes de factores climáticos.
Las mediciones de abril marcan una abrupta caída en la suba de los alimentos, que deberían terminar el mes con aumentos que no superen el 6 ó 7 por ciento. Y la desaceleración se acentuaría en los meses siguientes.
Así como la caída de la inflación es una excelente noticia, la contracara es que por ahora no hay indicios de una salida de la recesión. La mejora es puntual en sectores como el agro (donde se espera una gran cosecha gruesa) o la energía.
Sin embargo, las ventas siguen repuntando poco y nada. La recesión parece haber encontrado un piso, pero no se notan por el momento signos de mejoría, que estarán muy de la mano de la eventual recuperación del salario.

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