«He decidido estar solo y ser el hombre de mi vida»

A las 5 del día, como cada mañana. “Cortadito” en mano y Chambao sonando para inspirar. Porque, según dice, su vocalista ha sabido apuntarle una lección de vida. “Ella (María del Mar Rodríguez Carnero, 49) volvió de un cáncer de mama cantando con más sabiduría y mayor vivacidad. Y yo estoy superando otro muy gordo, que ha sido un cáncer moral”, describe en tanto del hecho que lo arrojó en la Corte, lo sumió en una década de “elegido ostracismo público” y resultó disparador de este ritual en el que enmarca el desafío cotidiano de redescubrirse al amanecer. Imanol Arias (67) medita. Se ha hecho habilidoso en ese trajín de “abrazar mi aquí y mi ahora, entender que es posible la aceptación de los errores, la reconstrucción de sí y un nuevo comienzo”. Que, en definitiva, “es sostenerse; Es no caer en la edad. Es impedir que el viejo entre en mí. Y aprender a proponerse solo aquello que me apetezca en este tramo limitado que es la vida”.
Se trata de “encender la pineal”, cuenta este seguidor del Dr. Joe Dispenza (61), especializado en neurociencia, epigenética y física cuántica, conferencista mundial y autor de El placebo eres tú, entre otros Best Sellers. Sus prácticas de meditación proporcionan las herramientas necesarias para quebrar limitaciones, lograr la conexión cuerpo-mente y la coherencia cerebro-corazón. Durante 45 minutos, los ejercicios, centrados en las ondas cerebrales y campos cuánticos, escalan etapas que van desde una respiración consciente a la gratitud. “Y aquí estamos, en camino de acabar con la distancia entre quién dices ser y quién eres realmente”. Tener un sentido del amor muy universal y, sobre todo, no ser enemigo del cortisol (llamada la hormona del estrés), relata Imanol. “Generalmente quienes arribamos a eso ya hemos pasado por drogas, por esos largos momentos sin dormir en los ‘80… Yo llegué tarde a la cocaína porque no tenía con qué pagarlas. Y no he tocado las más fuertes por ser muy vitalista y tal. Pero en cuanto tuve dinero y las circunstancias… ¡Pues imagínate!”.
“Así, “van quedando atrás las épocas en las que la superficialidad de la vida se hace tan presente, y uno tan conocedor de todo eso. Y entonces entiendes que el tiempo y el espacio hacen lo real. Y de ahí viene esa certeza de que la palabra es uno de los elementos más dañinos o más beneficiosos que pueda existir. La palabra construye. Y es por eso que, llegado el turno de reconstruirme, siempre apunto hacia al teatro”, descubre teniendo en claro que ya no espera eso que nunca llegará como en El coronel no tiene quien le escriba (que protagonizó en 2019) ni admite “el dadaísmo de esta sociedad” del que habló en la piel de Willy Loman (personaje principal al que dio vida en Muerte de un viajante, 2022). Es el sacro lapso que se ofrenda a diario “cuando todos duermen, mientras no hay tensiones, avaricias ni deseos y la ciclotimia aún se domina”, enumera. Arias aprendió que a altura de la soirée “no me sirve criticar lo que no voy a vivir, ni pelear con lo que no me afectará”. Sin embargo, “sí estoy interesado por entender eso que ahora está pasando”.
Este trip tan personal con “necesidad de sanar” y el saldo final de una nueva mirada, sobre todo y sí mismo, inició en el andén de un proceso judicial. “Nunca he sido militante, mucho menos activista de algo que no sea mi vocación y la manera de enfocarla. Porque el activismo obliga a un pensamiento único lleno de certezas que impiden pensar. Ese no es mi fuerte. Pero sí he sido un buen polemista basado en el secreto de todo: una asombrosa popularidad que ha excedido a cualquier trabajo que haya hecho o merecido”, revisa respecto a la coincidencia del camino democrático en España y sus “edades fructíferas en el cine y la internacionalidad”, lo que lo erigió “un actor de prestigio” ideal para ciertas responsabilidades como la ser embajador de UNICEF (en la guerra de Bosnia o en el Sahel Central) y hasta presidente de la Propiedad Intelectual de los actores en su país. “Mucho lo hacía con desconocimientos absolutos, imagínate que soy electricista… Siempre rodeado de gente que, desde los poderes, me ayudaba. Y fue así que, entre tantos, alguien que me daba una mano, decidió que no era normal que teniendo yo rendimientos de contrato y un éxito tal que me impedía dejar de trabajar, no intentara invertir”, relata. “Entonces empezó a hacer fórmulas fiscales que me valdrían, luego, un juicio de diez años”.
Se refiere a la causa “Nummaria”, de fraude fiscal, que incluye 31 imputados e iniciará a juzgarse el próximo mes de junio. En resumidas cuentas, y según un escrito, el bufete de abogados presidido por Fernando Peña, diseñó “estructuras societarias” para ocultar parte de las “rentas” de sus clientes. Señalando, en el caso de Imanol, las obtenidas durante 22 años de Cuéntame cómo pasó (2001-2003), la teleserie suceso de La 1 (RTVE). El actor procuró un acuerdo de conformidad con la Fiscalía Anticorrupción en el intento de reducir la pena y evitar 28 años de prisión. “No era consciente de lo sucedido, pero soy responsable. Devolveré hasta el último centavo”, pronunció al tiempo de reintegrar al fisco la suma de 2 millones y medio de euros. Respecto de si tuvo miedo de ir preso, hoy Arias responde: “No. Pero sí le he temido a la idea de agotarme y de enfermarme”. Y a lo largo del camino, dice haber visto “la piel del lobo”, cuando habla de los medios. Y de “cuán amargado me han tenido”, revela. “He aprendido qué es un like para un periódico digital, a qué debe sonar un titular y qué busca una entrevista. Créeme que todo aquello me ha enseñado muchas cosas, tantas que ya no creo nada. Si me dicen que hay que beber agua, no lo hago. Porque sé que estará envenenada”.
A Imanol ya no le interesan las noticias, “no las sigo en televisión ni leo los periódicos. Hoy elijo enterarme de otras maneras”. Asegura “cierto respeto por las redes”, pero no le gusta esto que pasa. Y aunque se sabe longevo, “no permitiré que me inserten el chip”, sentencia. “Veré llegar la transhumanización pero he decidido que, al menos como persona, me niego a sufrirla. No creo que aún estemos suficientemente preparados para eso. Llevo 10 años con la necesidad de aislarme. Yo no disfruto de la vida como la vemos ahora. Me cansa. Me agobia. En cada sitio hay una brecha, hay tirantez y tanta velocidad que ya no da tiempo ni a pensar en cuál sería el modo de adaptarse a la vorágine”, explica. Mientras, me he propuesto encontrar el resquicio para no cumplir con la agenda que nos asesina. Somos vasallos felices abrazando una tecnología, trabajando para ella, creyendo que nos facilita las cosas, y sin reaccionar cuánto sabe de nosotros y la medida en la que nos transforma. Creo que estamos en vías de ser la sociedad más sumisa e infeliz de toda la historia de la humanidad. Eso sí, con ‘grandes logros’ y rarísimos tipos multimillonarios que se han adueñado de la medicina, la alimentación, el transporte y la moral”, define.
Fue entonces que “a sabiendas de que mi proceso se arreglaría muy pronto, decidí marcharme de España”, dice Arias. “Hacía tiempo que me había propuesto pasar una temporada en Buenos Aires y se me hacía ideal, porque es el único sitio en el que puedo pegar otro mood, muy lejos de aquel trajín laboral de dos décadas y de aquella constante presión mediática que tanto he padecido. Llegar aquí, para mí, siempre ha sido resetearme”, describe. Y como hoy “en el trabajo solo busco divertirme con cosas inteligentes, sobre todo analógicas”, Mejor no decirlo ha resultado la mejor excusa para otra reconstrucción personal (¿recuerdan?) y, por supuesto, para otros 3 meses en la ciudad porteña. La comedia de Salomé Lelouch, coprotagonizada con Mercedes Morán (68) y dirigida por Claudio Tolcachir (48) –presentada en la Sala Pablo Neruda del Paseo La Plaza, desde el 22 de marzo y por únicas 10 semanas– comparte la clave de un matrimonio añejo: saber cuándo hablar y cuándo callar. Planteando qué sucedería si, inéditamente, se proponen el hecho de decirse absolutamente todo. Este, que promete ser el suceso teatral del año, no solo se extenderá en gira regional por países limítrofes sino que, además, arribará a la Madre Patria para la temporada 2025.
A propósito de este país, y de camino, bien vale el paréntesis. Advierte que suele abstenerse de las opiniones respecto de la política. Después de todo, “ya he pagado el precio por haberlo hecho”, dice. “No es bueno meterse ahí si uno no tiene ansias de poder. No es bueno para un artista. No lo aconsejo para nada, salvo que vivas en una sociedad como esta, donde todavía se permite exponer un compromiso, a veces abstracto, pero existente”

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