«La Argentina está en un pozo y la vamos a sacar adelante con un programa sólido, equipos preparados y convicciones firmes»

Este Gobierno fue una pésima solución a los problemas que tenía nuestro país cuando la actual gestión asumió la mayor deuda de la democracia, que este Gobierno empeoró, es el desesperante aumento de la pobreza. El 38,9% de la población urbana -alrededor de 16,4 millones de personas- vive en ella y dos de cada tres niños, niñas y adolescentes -casi 7 millones de personas- habitan en hogares pobres.

La inflación del 7,7% del último mes es el síntoma de políticas erróneas y fracasadas que, de continuar, lo único que van a traer será más inflación, caída de la actividad y un nuevo aumento de la pobreza.

La dinámica inflacionaria es totalmente nociva: el Gobierno está sosteniendo artificialmente la situación de los distintos tipos de cambio y los servicios regulados están generando una inflación reprimida y un continuo deterioro en la provisión de servicios públicos. Para peor: el gobierno actual quiere condicionar la capacidad de salida de la crisis del próximo gobierno. Busca que la próxima gestión tenga la mayor cantidad de dificultades posibles.

Esto contribuye a que se profundice el estancamiento económico. Todos los argentinos vemos caer nuestros ingresos. La inseguridad aumenta. Se destruyen empresas. Se precariza el trabajo. Se incrementa la deuda. Se retrocede en la capacidad de innovación y fortalecimiento tecnológico de las cadenas productivas. Se retrocede en la modernización de la administración pública.

La salud está cada vez peor. La calidad de la educación desciende a niveles impensados para un país como el nuestro, que tenía la mejor enseñanza de América Latina.

A las políticas erráticas y erróneas el Gobierno le agrega internismo y desconexión con la realidad.

Desde el principio esta administración, en lugar de predicar con el ejemplo y dar lo mejor de sí, tiene como motor y como método la pelea interna, el faccionalismo, el concebir al Estado como un coto de caza para sus grupos internos.

En el centro de las prioridades del actual gobierno nacional está, además, su disputa con la Justicia para dificultar las causas que se le siguen a la Vicepresidenta.

Este gobierno promueve y alimenta el divisionismo. Concibe a los diferentes como enemigos. En lugar de llamar al diálogo y a la búsqueda de consensos,empeora el estado beligerante en la discusión pública y dinamita las instancias de promoción de acuerdos para políticas de largo plazo que saquen al país de su largo estancamiento.

La Argentina hoy exhibe no sólo una presión tributaria récord, sino también una estructura que penaliza la producción, las exportaciones y la generación de empleo.

Entre 2019 y 2023 el PBI per cápita habrá caído aproximadamente 3%. Durante los últimos tres años, el salario real formal no mejoró y los trabajadores informales perdieron 21% desde 2019. Además se está ampliando la cantidad de asalariados informales que hoy representan aproximadamente 35,5% del total del empleo formal e informal.

Nosotros vamos a defender el ingreso de los argentinos. Vamos a estimular la dinámica productiva y de generación de empleo privado. Sobre todo a partir del crecimiento económico estable y sostenido desarrollado principalmente desde un plan macroeconómico serio y un plan de producción que impulse las enormes capacidades productivas que en todas las provincias tienen distintos sectores dinámicos de la economía.

La salida para la Argentina se dará a partir de un programa económico consistente y serio. Con firmeza, convicciones y diálogo. Sin sangre ni dinamita. Sin histeria ni salidas perturbadas, perturbadoras, delirantes e irreversibles.

Es que en medio de las crisis aparecen los desquiciados, los extremistas que prometen dolarizar para licuar los salarios, que sostienen que los órganos pueden comercializarse como un paquete de azúcar, que creen que la solución a la inseguridad es montar una guerra cotidiana en donde los ciudadanos anden armados.

Esos desquiciados son los mismos que ya sufrimos, que ahora usan otras máscaras y que una vez más, prometen entre agresiones y delirios, soluciones autoritarias de las que solamente puede nacer más sufrimiento.

La desesperación suele ser enemiga de la racionalidad y los argentinos debemos estar atentos a las acciones de estos individuos, para que los brujos enajenados no vuelvan a digitar nuestros destinos.

Somos el partido de la democracia y la libertad. Le dimos a este país los mejores atributos de nuestra joven democracia y le vamos a dar el impulso productivo que el país necesita. Entre nosotros no hay ni violentos, ni guerrilleros ni defensores de dictadores, torturadores y asesinos. Somos demócratas, pluralistas y amantes de la libertad.

El momento crítico de nuestro país demanda lo mejor de nosotros. Y nosotros vamos a aportar un programa sólido y nuestras mejores mujeres y hombres. A la Argentina la sacaremos adelante entre todos. Para que el futuro sea con bienestar y progreso. Con paz, trabajo, diálogo y el ingenio yla capacidad del talentoso y laborioso pueblo argentino.

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