María Fernanda Callejón: «Viví años sintiéndome un adorno y escuchando ‘sin mí no vas a poder’»

A los 56, dice haber aprendido que “es imperdonable olvidarse de uno mismo”. Hace diez meses se quitó la alianza y pidió el divorcio. Y hoy, mientras “me reinvento nuevamente”, revisa su pasado y da cuenta de cuántas mujeres ha sabido ser a lo largo de su propia historia. Los días como Feni, en su Carlos Paz natal. El abuso sistemático que sufrió de niña en su propia casa y calló por más de cuatro décadas. El motivo por el que se casó a los 15 con un hombre 11 años mayor. El bullying y los malos tratos porteños. La estrategia que escondió detrás de la vedette. Los desnudos que “despertaron mi placer por el exhibicionismo”. Las oscuras noches de los 90. Y la maternidad más esperada: “Entendí que si hay una mamá feliz, siempre habrá una hija feliz”
No admite muletillas del estilo de mi época o de mi generación. Jura tener suficiente “conciencia presentista, pasión por lo que hago y compromiso con el disfrute” como para autodefinirse: “Una mujer de mi tiempo”. Y dice haber curtido ese hoy a lo largo de las “tantísimas Fernandas” (“reinventadas y en constantes intentos de reinvención”) que ha sabido ser en 56 años. Porque en charla de revisión cae en la cuenta de que ha vivido “muchas vidas en una sola”. Y ese será el camino que desandaremos con María Fernanda Callejón. La “chica de provincia” que tuvo un sueño, un dolor en silencio, un matrimonio precoz y una hostería en donde guardarlos. La que escondió una estrategia bajo las plumas y descubrió sus placeres como una playmate. La aprendida del amor, la “mina aguerrida” que no descansó hasta ser mamá, para no descansar jamás. Y, básica e indeleblemente, la Callejón. “Una marca registrada”, como Berugo Carámbula (1945/2015) le dijo alguna vez. Varios años antes de que el director Israel Caetano (53), referenciando su nombre como concepto en el guion de Pizza, birra y faso (1998), la rubricara como “un símbolo en el imaginario popular que trascendió lo sexual, que fue un sello más de la libertad en una época difícil para sociedad argentina”. Aunque a ella le divierta más llamarse “mito”.
Cuenta que vuela seguido a su infancia: “Porque abrazar y prestarle atención a esa chiquita que fui, me pone en perspectiva para educar a mi hija”. La “esencia de Feni” (así la llamaban) es la excepción de los cambios frenéticos que se sucedieron al dejar su provincia. “Fui feliz junto a dos padres que hicieron hincapié en la formación, el modo de acompañar el deseo de conquistar luces y lugares. Estudió danzas españolas, teatro y hasta se inscribió en clases de bombo y boleadoras en el Centro Cultural Rizzutto, para estar cerca del maestro y dramaturgo Lisandro Selva. “Así crecí en Carlos Paz, una ciudad teatral de toda la vida pero que, dicho con respeto y cariño, para nosotros jamás dejó de ser un pueblo, con idiosincrasia de pueblo. Tal vez por eso me recuerdo aferrada con fuerza a la ilusión de ser una actriz de la Gran Ciudad”.
La casa de los Callejón era “de tele prendida”, de “fascinación especial por los humoristas” y de culto a la actuación, el sueño postergado de su madre. Gracia María Augusta Pizzuto (fallecida en 2009) había hecho su paso por el radioteatro y llegó al cine de mano de su amiga Mercedes Carreras (82), con su participación en el filme De Londres llegó un tutor (1958), dirigida por Enrique Carreras (1925/1995). “Pero en esos años, una debía elegir entre ser actriz o ama de casa. Y ahí quedó, sin posibilidad de desarrollar su talento”, señala.
“De vez en cuando, y lejos del resentimiento, solía sacar sus sueños para alentar los nuestros”, dice refiriéndose, también, a su hermana Sandra Callejón (60). “Por eso no es casual que las dos hayamos retomado su camino”, indica. Entre paréntesis, hace ya varios años que Sandra, cansada del ruido mediático, regresó a Villa Carlos Paz, donde además de cuidar muy de cerca a su padre (vive con él), en el último tiempo se dedicó al teatro independiente y a la conducción de Callejón con salida, su programa de radio en Mister Pop. Tiene dos hijas y cuatro nietos: Sabrina, radicada en Barcelona, mamá de Lluna y Valentina; y Karina, apostada en Necochea, mamá de Nicolás y Martina.
Con los años, Gracia sublimó su pasión en la costura. “Y ahí, entre máquinas de coser, encontró otra. Convirtiéndose en la gran modista del pueblo y, tiempo después, en empresaria de la venta de ropa. Una bisagra en la historia de la economía familiar. Fue viéndola vender que conocí a su actriz. Porque, en definitiva, actuar no es más que eso, vender un personaje, un pensamiento, una emoción”.
El pasar de Callejón siempre fue “austero”. En esa casa podría faltar un mango, pero jamás ideas. José Osvaldo Callejón (85) había sido capaz de coronarse el precursor de las excursiones que hoy se ofrecen en la ciudad. Su agencia -El Cóndor- había nacido “a pulmón” en su propio garage. “Él mismo dibujaba los micros que luego armaba con sus manos. No había completado el primer grado, pero hacía trazos de arquitecto. Todavía recuerdo las veces que me levantaba de madrugada para ir al baño y me lo encontraba dormido sobre el inodoro, agotado de tanto trabajar. Todo era tan artesanal que él construía, manejaba, hacía las veces de cicerón y al bajar en cada posta, también sacaba las fotos. Hasta el día de hoy suelo decirle: ´Viejo, todavía no te diste cuenta de lo genio que sos´”.
Feni guardaba fantasías y también un gran dolor que calló por cuatro décadas y media. “Me crie custodiada de cerca por mis padres, en especial por mi mamá, que jamás nos dejaba solas”, comienza. “Sin embargo fui abusada sexualmente y en aquella casa familiar”. Fue, aproximadamente, a sus siete años cuando “un tío lejano, primo de mi abuelo” apareció de repente con la intención de que don Callejón lo ayudase a reparar un auto en su taller. “El tipo tenía todos los horarios y los movimientos estudiados. Y en esos momentos en que mi viejo estaba ocupado debajo del capó y mamá salía a llevar o a traer a mi hermana de sus clases de inglés, inventaba excusas para usar el baño. Es así que de trayecto aparecía por ahí, mientras yo estaba merendando y mirando Papá corazón (Canal 13), para aprovecharse de mí”.

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