No se moderniza despojando derechos: el trabajo es la patria en movimiento ( Por Lic. Faustino Duarte)

REFORMA LABORAL. UNA OBSESION LIBERTARIA HACIA LA DINAMICA ESCLAVISTA.

  • Lic. Faustino Duarte

Un nuevo intento de los círculos elitistas que controlan al presidente en los Gobiernos pesudos liberales pone en evidencia la obsesión pernisiosa de reformar las condiciones laborales en nuestro país. No importa si en tal propósito se violan propios juramentos de respetar y hacer cumplir la Constitución Nacional, tal como lo hacen al asumir el cargo de presidente., recurriendo inclusive a métodos que rayan lo ilícito, como el caso que se conoció como la Ley Banelco que involucro a senadores en periodo no tan lejano. A través de Milei ahora vuelven a la carga con nuevo nombre en su devenir falaz bajo el eufemismo de «salario dinámico».

No aprenden y no quieren entender que, sin articulación adecuada y equitativa del capital y trabajo, que incluye esencial y básicamente el respeto a lo que establece el Artículo 14 Bis de la Constitución Nacional, resulta imposible una convivencia que habilite un horizonte de convencia social y horizonte de futuro digno.

Cuando un gobierno confunde la libertad con la intemperie, el resultado no es progreso. Es desamparo.

Y eso es exactamente lo que representa esta reforma laboral que pretende convertir el salario en una variable de ajuste y al trabajador en un engranaje descartable.

El discurso oficial habla de “dinamismo”, de “eficiencia”, de “adaptación a la realidad productiva”.

Pero esa realidad la impone un modelo que primero arrasa con los ingresos y después acusa a los trabajadores de no ser competitivos.

Se quiere reemplazar la justicia social por la ley del más fuerte.

Y eso, en un país con memoria obrera, no se negocia.

El trabajo no puede ser un campo de experimentos económicos.

Porque detrás de cada convenio colectivo hay una historia de lucha, de huelgas, de mártires y conquistas arrancadas con sudor y unidad.

No hay dignidad posible si el salario se vuelve techo en lugar de piso.

El propio Perón lo advirtió: “Gobernar es crear trabajo”.

Y Milei parece creer que gobernar es destruirlo.

Lo que se presenta como reforma es, en realidad, una demolición silenciosa.

Una embestida contra el principio básico de que el trabajo debe garantizar vida digna, estabilidad y futuro.

No hay país viable con trabajadores empobrecidos.

No hay productividad en la miseria.

Y no hay mérito donde no hay condiciones para ejercerlo.

Hoy miles de argentinos trabajan sin aportes, sin obra social, sin vacaciones ni aguinaldo.

La mitad del país vive pendiente del humor del patrón, no de la ley.

Y mientras el Estado se desentiende, los empresarios más poderosos aplauden el fin de los derechos conquistados.

Lo llaman “flexibilización”.

Nosotros lo llamamos como es: precarización.

El verdadero pacto social no se firma en los salones del poder, sino en la calle, en la fábrica, en el taller, en la obra.

Un pacto que reconozca a quien produce, no a quien especula.

Que fortalezca las pymes, que invierta en capacitación y tecnología, pero sin dejar a nadie afuera.

Porque la modernización sin justicia social es barbarie con nombre elegante.

El sindicalismo argentino nació para equilibrar la balanza.

No para rendirse ante los decretos del mercado.

Y seguirá siendo la voz organizada del pueblo trabajador, la que recuerde que el país no se levanta ajustando salarios sino ampliando derechos.

Porque ningún país crece empobreciendo a su gente.

Esta política económica carece de rumbo humano.

Se orienta por el interés financiero y no por la producción.

Por la especulación y no por el esfuerzo.

Y un modelo que margina al que trabaja, termina devorando a la Nación que dice defender.

Los gremios, las organizaciones sociales y cada argentino de bien deben entender que esta pulseada no es técnica ni administrativa.

Es moral.

Se trata de saber si el trabajo seguirá siendo el corazón de la República o si lo convertiremos en una variable sujeta al capricho del mercado.

Por eso decimos con claridad: no se moderniza despojando derechos.

Nuestra historia enseña que cada vez que quisieron dividirnos, los trabajadores respondieron con unidad.

Y hoy no será distinto.

Porque los derechos no se mendigan, se defienden.

Y la patria no se vende, se trabaja.

Y como son tan afectos a los mensajes de origen estadounidenses, resulta oportuno también recordar aquí que un ex presidente de EE UU, supo sentenciar que “. Cuando la injusticia se convierte en ley la rebelión se convierte en deber» (Tomas Jefferson). La hora nos demanda UNIDAD, SOLIDARIDAD Y ORGANIZACIÓN PARA DEFENDER LA NACION. EL CAMINO HACIA LA VICTORIA COMIENZA EL DOMINGO

Lic. Faustino Duarte

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