La carta en la que Vicky Xipolitakis describe las agresiones físicas y verbales de su ex marido

Luego de haber denunciado al banquero en la Justicia por lesiones y maltrato, la modelo se volcó a las redes sociales para narrar los episodios de violencia que sufrió junto a su bebé, Salvador Uriel. «Recibía cachetadas a mano abierta que me dejaban la piel colorada», acusó.
«Les habla mi corazón roto». Así inició Vicky Xipolitakis un escrito que este jueves posteó en sus cuentas de Twitter e Instagram. Se trata de una extensa carta -por tramos muy cruda, casi visceral-, donde se refiere a la separación de Javier Naselli, cuyos trámites de divorcio ya están en marcha. Y donde detalla distintos episodios de violencia de género de los cuales habría sido víctima.
Luego de destacar que es ella -y no el banquero- quien hasta aquí hizo «de mamá y papá» de Salvador Uriel (el hijo de ambos, de ocho meses), Victoria deja fuertes acusaciones para explicar por qué radicó su denuncia en la Justicia por lesiones y maltrato: «Todo lo que viví física y psicológicamente no lo viví yo sola sino todo mi entorno y lamentablemente también el bebé», dice, advirtiendo que tiene pruebas (audios, fotos y videos) y también testigos (que «no son pagos ni inventados para limpiar una imagen…») que acreditarán sus palabras.
En su escrito, Victoria describe las presuntas agresiones de Naselli. «Sinceramente, la agresión física la dejaba pasar, nunca le di importancia, más me dolía la verbal. Siempre le pedí que adelante de Salva no grite, sabía mi punto débil, nunca le importó su hijo y menos yo». Y agrega: «Físicamente recibía cachetadas a mano abierta que me dejaban la piel colorada por distintas partes del cuerpo, o empujones por cosas que le parecían mal o no le gustaban. Y las agresiones verbales eran todo el tiempo denigrándome como mujer».
La modelo especifica la fecha en que tomó la decisión de separarse: el último 24 de julio, cuando se comunicó con su abogado, Fernando Burlando. Pero fue entonces cuando Naselli le impedía irse del departamento junto a su hijo. «Exploté en llanto -cuenta Vicky- y le dije: ‘Es la última vez que me faltás el respeto’. Ahí fue cuando me empujó y ahorcó (tan) fuertemente, que ni cuenta me daba de los golpes. No dudé en hacer la denuncia y ponerle fin a todo esto».
Cierto día, Naselli también habría agredido a su hijo. «Le pedí que lo tenga a upa porque tenía que ir al baño -recuerda la modelo- y él lo revoleó a Salvador y rebotó en la cuna. El bebé abrió grandes los ojos y miraba asustado. Hay cosas que no puedo perdonar».
Xipolitakis define al banquero (a quien solo nombra por sus iniciales, ya que existe un bozal legal) como «una persona agresiva, muy nerviosa, (a la que) todo le molesta, por todo se queja y lleva toda situación a la pelea». Y dice: «Cada cosa que pasaba le molestaba: si el bebé me vomitó, si un cuadro se cayó, si caía de tal manera, si me sacaba una selfie, si hablaba por teléfono».
También detalló lo que habría sucedido la noche que llamó al 911 «para pedir ayuda» porque Naselli «arrancó a los gritos, el bebé dormía, entró a la habitación desquiciado», y «siguió gritando cada vez más fuerte». «Me empujó a la cama donde quedé tirada, llorando de la impotencia -continúa-. Cerré la puerta (de la habitación) con llave, pero él seguía sacado y no paraba de golpear la puerta, gritando: ‘Abrime la puerta’, e insultándome'». Fue entonces cuando Vicky solicitó auxilio a la Policía.
En la misiva -escrita en mayúsculas, lo que dificulta su lectura-, habla de «un infierno» en el que estuvo viviendo durante dos años. Aclara que demoró en realizar la denuncia ante la Justicia porque «seguía ilusionada que todo podía mejorar y el bebé era muy chico». Y ensaya una especie de mea culpa. «Traté de apostar a una familia que nunca existió, porque yo sí me había enamorado y estaba muy ilusionada en formar una familia feliz. Pensaba que con amor podía mejorarlo, pero juro que no pude. Hice de todo, dejé mi vida para acompañarlo a todos lados. Vivía dándole sorpresas, amor… Mi mayor acto de amor fue darle un hijo». Pero concluye: «Me arrepiento del padre que le di a mi hijo».

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